Page 33 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ       33













                            Sus ojos, menos de hombre que de perro

                            y harto menos de perro que de cosa,
                            seguían al rabí por la dudosa

                            penumbra de las piezas del encierro.




                            Algo anormal y tosco hubo en el Golem,

                            ya que a su paso el gato del rabino

                            se escondía. (Ese gato no está en Scholem

                            pero, a través del tiempo, lo adivino.)




                            Elevando a su Dios manos filiales,
                            las devociones de su Dios copiaba

                            o, estúpido y sonriente, se ahuecaba

                            en cóncavas zalemas orientales.




                            El rabí lo miraba con ternura

                            y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)

                            pude engendrar este penoso hijo
                            y la inacción dejé, que es la cordura?
















                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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