Page 321 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 321
En estas tres plegarias sentimos inmediatamente, o yo siento inmediatamente, la presencia
de la poesía. En ellas está el hecho estético, no en bibliotecas ni en bibliografías ni en estudios
sobre familias de manuscritos ni en volúmenes cerrados.
He leído esas tres plegarias de marineros fenicios en el cuento de Kipling “The Manner
of Men”, un cuento sobre San Pablo. ¿Son auténticas, como malamente se diría, o las escribió
Kipling, el gran poeta? Después de formularme la pregunta sentí vergüenza, porque ¿qué im-
portancia puede tener elegir? Veamos las dos posibilidades, los dos cuernos del dilema.
En el primer caso, se trata de plegarias de marineros fenicios, gente de mar, que sólo
concebían la vida en el mar. Del fenicio, digamos, pasaron al griego; del griego al latín, del latín
al inglés. Kipling las reescribió.
En el segundo, un gran poeta, Rudyard Kipling, se imagina a los marineros fenicios; de
algún modo, está cerca de ellos; de algún modo, es ellos. Concibe la vida como la vida del mar
y lleva puesta en su boca esas plegarias. Todo ocurrió en el pasado: los anónimos marineros
fenicios han muerto, Kipling ha muerto. ¿Qué importa cuál de esos fantasmas escribió o pensó
los versos?
Una curiosa metáfora de un poeta hindú, que no sé si puedo apreciar del todo, dice: “El
Himalaya, esas altas montañas del Himalaya [cuyas cumbres son, según Kipling, las rodillas de
otras montañas], el Himalaya es la risa de Shiva.” Las altas montañas son la risa de un dios, de
un dios terrible. La metáfora es, en todo caso, asombrosa.
Tengo para mí que la belleza es una sensación física, algo que sentimos con todo el cuer-
po. No es el resultado de un juicio, no llegamos a ella por medio de reglas; sentimos la belleza
o no la sentimos.
Universidad Autónoma de Chiapas