Page 296 - Salud y políticas públicas
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LAURA ELENA TRUJILLO OLIVERA 296 SOFÍA ISABEL VILLAFAÑE TRUJILLO El empoderamiento para fnes de este trabajo se comprende como un elemento sine qua non para avanzar en la igualdad entre los géneros. Este proceso observa al menos dos dimensio- nes: la individual, que se deriva de los atributos de la personalidad -entendida como la respuesta que se ofrece a las condiciones de existencia y que es producto de características psíquicas inte- riores y dinámicas en la persona humana- que se complementa con la relacional. Esta segunda dimensión es imprescindible para que se concrete la fracción individual. El uso del concepto se remonta varias décadas atrás; en 1989, Caroline Moser defnió al empoderamiento como esa autoconfanza, fuerza interna, la capacidad para defnir opciones en la vida, lograr la dirección del cambio y controlar los recursos disponibles. Keller & Mbewe, en 1991, agregó que, además de autoconfanza, independencia, control de recursos, empoderarse signifca capacidad de organización, eliminar la subordinación. Young (1997) enriqueció el con- cepto señalando que el empoderamiento signifca tomar control sobre la propia vida, organizarse para ayudarse unas a otras, presentar demandas de apoyo al Estado y de cambio a la sociedad para dar respuesta a sus necesidades y perspectivas (Zapata et al., 2002). Entre las necesidades más sentidas, sin ignorar que la alimentación y la vivienda son esenciales, se encuentra la demanda de servicios de atención médica, incorrectamente nombrados como ser- vicios de salud, puesto que en esos establecimientos se atiende fundamentalmente la enfermedad. Como señaló Menéndez (1998), la salud es una demanda excepcionalmente reivindicada por la población en México, no obstante los lacerantes indicadores de enfermedad y muerte, la morta- lidad materna e infantil son deudas históricas que la federación tiene con la población de Chiapas. Como parte de la agenda estatal, fundamentada en los ODM, alineada a la global, los progra- mas focalizados de combate a la pobreza, que aluden a metas relacionadas con el mejoramiento de la salud, colocan la participación de la población, particularmente la de municipios con alto grado de marginación, como un elemento indispensable para la consecución de sus objetivos. Los benefciarios de los programas de desarrollo humano son las familias y las amas de casa como sus representantes legales. Se visualiza a las mujeres como actoras clave para el éxito de los pro- gramas sociales, en particular aquellos que enfocan a la salud, educación y alimentación como indicadores de resultados potenciales (SEDESOL, 2011). La participación social bien comprendida Universidad Autónoma de Chiapas