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CONSULTORÍA SOCIAL.
36 ALTERNATIVA PARA EL DESARROLLO PROFESIONAL EMERGENTE
La consultoría coincide así con el método propuesto por Deming e Ishikawa, (1997) en
los círculos de calidad aplicados durante los procesos de mejora de las empresas japonesas
en la década de los setenta, correspondiente a la tercera generación y que enuncia la necesi-
dad de que sean los trabajadores quienes mejoren los procesos de acuerdo con los saberes
acumulados en el puesto, (democratización de los procesos de calidad) y su experiencia en
relación con el peso ponderado a factores causales y consecuencias de las acciones. Esta etapa
también coincide en el método con la investigación-acción aunque los fines son distintos.
Desde la perspectiva de procesos, el consultor es un agente de cambio, el eje de su
quehacer es la transformación. Es también una persona generosa que comparte lo que sabe,
enseña y aprende de cada caso, se va formando a sí mismo en el camino, disfruta mantenerse
actualizado en sus temas. De pensamiento flexible, hábil para relacionar la teoría con la prác-
tica, hace empatía con los objetivos del cliente de manera natural. Es capaz de escuchar voces
distintas y reflexionar conjuntamente con el usuario de sus servicios en un ambiente de con-
fianza, para encontrar soluciones a los problemas planteados en el ámbito de los conocimien-
tos que competen a cada profesión: maestros, médicos, psicólogos, trabajadores sociales, bió-
logos, ecólogos, nutriólogos, abogados, agrónomos, antropólogos, sociólogos, etcétera. Un
consultor social no trabaja sólo a nivel del intelecto, pone en marcha todos sus conocimientos,
también sus emociones, su pasión y su voluntad en cada proyecto que emprende hasta que la
consultoría se vuelve parte de su misión personal.
En Latinoamérica la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue el primer organismo
en fomentar la consultoría y financiar publicaciones. Uno de los libros más citados y que han
servido de guía a la profesión fue patrocinado y publicado precisamente por ese organismo y
dirigido por Milan Kurb en 1986. En los noventa, con fondos del mismo y mediante el programa
Calidad Integral y Modernización (CIMO) de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), el
Universidad Autónoma de Chiapas