Page 259 - BORGES INTERACTIVO
P. 259

JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      259






           Llego a la obra máxima, ahora: el Martín Fierro.
                Sospecho que no hay otro libro argentino que haya sabido provocar de la crítica un dis-

           pendio igual de inutilidades. Tres profusiones ha tenido el error con nuestro Martín Fierro: una,

           las admiraciones que condescienden; otra, los elogios groseros, ilimitados; otra, la digresión

           histórica o filológica. La primera es la tradicional: su prototipo está en la incompetencia bené-

           vola de los sueltos de periódicos y de las cartas que usurpan el cuaderno de la edición popular,

           sus continuadores son insignes y de los otros. Inconscientes disminuidores de lo que alaban,

           no dejan nunca de celebrar en el Martín Fierro la falta de retórica: palabra que les sirve para

           nombrar la retórica deficiente —lo mismo que si emplearan arquitectura para significar la in-

           temperie, los derrumbes y las demoliciones. Imaginan que un libro puede no pertenecer a las
           letras: el Martín Fierro les agrada contra el arte y contra la inteligencia. El entero resultado de

           su labor cabe en estas líneas de Rojas: “Tanto valiera repudiar el arrullo de la paloma porque

           no es un madrigal o la canción del viento porque no es una oda. Así esta pintoresca payada

           se ha de considerar en la rusticidad de su forma y en la ingenuidad de su fondo como una voz

           elemental de la naturaleza”.

                   La segunda —la del hiperbólico elogio— no ha realizado hasta hoy sino el sacrificio

           inútil de sus “precursores” y una forzada igualación con el Cantar del Cid y con la Comedia,
           dantesca. Al hablar del coronel Ascasubi, he discutido la primera de esas actividades; de la se-

           gunda, básteme referir que su perseverante método es el de pesquisar versos contrahechos o

           ingratos en las epopeyas antiguas —como si las afinidades en el error fueran probatorias. Por

           lo demás, todo ese operoso manejo deriva de una superstición: presuponer que determina-

           dos géneros literarios (en este caso particular, la epopeya) valen formalmente más que otros.

           La estrafalaria y cándida necesidad de que el Martín Fierro sea épico ha pretendido comprimir,











                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
   254   255   256   257   258   259   260   261   262   263   264