Page 139 - LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO
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EL BOVINO CRIOLLO DE LA SIERRA TARAHUMARA
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sobre otros. Los autores también señalan que los pelajes pintos y berrendos pueden ser considera-
dos recesivos.
Desde fines del siglo XVI y hasta las primeras dos décadas del siglo XX, el ganado Criollo
montaraz se movía libremente por la selva (Jordan, 1993). A mediados del siglo XVIII, en tiempos
en que el ganado vacuno llevaba entre 150 y 200 años en el territorio mexicano (unas 35 a 50
generaciones, aproximadamente), ya se había notado que el ganado criado tenía pelajes muy va-
riados, mientras que los cimarrones presentaban una cierta uniformidad, pues generalmente eran
hoscos y colorados. Se puede definir el pelaje hosco como una capa castaña que presenta en la
cabeza, cuello, miembros, panza y cola, color más oscuro, y cuyo hocico es siempre negro. La va-
riedad de pelajes de los animales criados en cautividad siempre era muy grande: negros, blancos,
bayos (amarillento), colorados, moros (negro entremezclado con blanco), barrosos, atigrados,
overos (mezcla de pelos negros, blancos y castaños), yaguanés (de cualquier color con el lomo y
vientre de color blanco) y otros más (Carrazzoni, 2002, citado por Quiroz, 2007).
Actualmente la selección por sus características físicas, su cornamenta y el color de capa de
pelo, son su tarjeta de presentación para obtener el mejor precio en el mercado internacional, el
cual fluctúa entre los 500 y 700 dólares por animal (Criollo de Chihuahua), el cual se comercializa
por punta a los 12-18 meses de edad (Hernández, 2012).
Figura 5. Bovinos criollos y mestizos en corral de engorda (Guazapares).
Universidad Autónoma de Chiapas