Page 254 - Salud y políticas públicas
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A. NAZAR BEUTELSPACHER, E. ZAPATA MARTELO, 254 B. SUÁREZ SANROMÁN, M. DEL R. AYALA CARRILLO, N. J. CÁRCAMO TOALÁ consecuencia del hambre crónica, cifras semejantes a las reportadas hace casi una década (Black et al. 2003). Los niños y niñas que sobreviven a la desnutrición crónica, lo hacen, pero con conse- cuencias negativas permanentes para su salud. Se calcula que casi 200 millones de niños menores de cinco años sufren de retraso del crecimiento debido a la desnutrición. Mientras que cada año cerca de 13 millones de niños nacen con bajo peso y tienen una elevada probabilidad de morir en el periodo perinatal (Knight, 2011). Los efectos de la desnutrición crónica, sobre todo en los primeros tres años de vida, son generalmente irreversibles, principalmente en el deterioro cognitivo. Esta es una de la bases de la relación entre pobreza extrema y desnutrición crónica, ya que sienta las plataformas para su re- producción mediante el deterioro de la capacidad de aprendizaje de niños y niñas, lo que a su vez se asocia con el abandono temprano de la escuela y la pérdida de capacidad productiva que lleva nuevamente a condiciones de pobreza (Martínez, 2006). Las consecuencias negativas de la des- nutrición infantil en salud, educación y productividad, también tienen elevados costos económicos. Por ejemplo, el costo de la desnutrición global estimado para el conjunto de los países de Cen- troamérica alcanzó en 2004, 6.7 mil millones de dólares. En dicho monto Guatemala aporta un 47%, correspondiente al 11.4% de su PIB, no obstante que en el período concentra el 28% de la población menor de cinco años de edad y 43% de los desnutridos. En segundo lugar se ubica El Salvador, país en el que con 15% de la población de la cohorte y 15% de los desnutridos, asume el 18% del costo total indicado, que representa el 7.4% de su PIB (Martínez y Fernández, 2007). La FAO (2008) y Knight (2011) indican que los países y grupos de población más pobres son actualmente los más afectados por la desnutrición crónica y, dentro de ellos, se encuentran des- proporcionadamente afectados los niños y niñas de áreas rurales, las poblaciones pobres y los 42 millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares por confictos o persecución, así como a los millones que emigran por razones laborales. Se estima que en América Latina y el Caribe, la desnutrición crónica afecta a 8.8 millones de menores de 5 años (16.0%). Se ha calculado que en esta región el número de personas con ham- bre y desnutrición crónica se incrementó en 6 millones de personas a partir del aumento en los precios de los alimentos ocurrido en el periodo 2006-2007 (FAO, 2008), y que la actual situación Universidad Autónoma de Chiapas
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