Page 426 - BORGES INTERACTIVO
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               las novelas argentinas. Y Borges trabajaba en “El Séptimo Círculo”, que era el séptimo círculo
               dantesco, de los ladrones, de los vientos. Yo me dedicaba a leer originales, y tengo una expe-

               riencia bastante desgraciada de ese trabajo mío. Era un momento de mucha necesidad econó-

               mica —yo acababa de casarme, tenía una hija—  y Bonifacio del Carril padre era un hombre

               muy exigente. Entonces yo leía todas las tardes los originales que venían, hasta la noche, y lle-

               gó un momento en que me concentré tanto en ese trabajo, el único que tenía para sobrevivir,

               que no leía otra cosa. Y una vez me encontré con unos amigos en el bar “Fragata”, que estaba

               justamente en San Martín y Corrientes, y todo el mundo hablaba de literatura moderna. Y yo

               no podía hablar de mi literatura porque mi literatura era inédita. ¡Todo lo que venía leyendo

               desde hacía seis meses todavía no se había editado! Eso un día se lo conté a Borges y Borges
               se moría de risa.



               Arias: ¿Cuáles eran las peleas que usted tenía con Borges?



               Clemente: No. ¡Nunca se llegó a una pelea! Yo venía con una fuerza inicial y era que no estaba
               del todo contento con mi traslado. Así que si Borges no me dejaba hacer las planificaciones y la

               campaña periodística que yo hice a partir del año 56 sobre las necesidades de la Biblioteca, me

               iba del cargo. Las discusiones que teníamos eran discusiones literarias. Las mismas discusiones

               que yo tenía con mis amigos del café sobre literatura  las teníamos acá. Desencuentros a partir

               de una base cierta y primera, y es que yo tenía una gran admiración por Borges, no era “bor-

               geano” pero tenía una gran admiración por Borges. Yo era “orteguiano”, tenía una formación

               filosófica, y él odiaba a Ortega. La ventaja mía en el trato con Borges, es justamente no haber

               sido borgeano. Yo admiraba al escritor, pero no me entregaba al escritor. Lo veía como quién

               ve algo que no le pertenece, pero que es hermoso.










                             Universidad Autónoma de Chiapas
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