Page 483 - BORGES INTERACTIVO
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     JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      483
                Pero a su lado se encuentra Borges el autor de historias fantásticas, iluminadas por su ce-
           lebrada opinión de que la teología es una rama de la literatura fantástica. Ésta, por lo demás,
           sólo tiene cuatro temas posibles: la obra dentro de la obra; el viaje en el tiempo; el doble; y la
           invasión de la realidad por el sueño.
                Lo cual me lleva a un Borges dividido entre cuatro: Borges el soñador despierta y se da
           cuenta de que ha sido soñado por otro.
                Borges el filósofo crea una metafísica personal cuya condición consiste en nunca degenerar
           en sistema.
                Borges el poeta se asombra incesantemente ante el misterio del mundo, pero, irónica-
           mente, se compromete en la inversión de lo misterioso (como un guante, como un globo),
           de acuerdo con la tradición de Quevedo: “Nada me asombra. El mundo me ha hechizado”.
                Borges el autor de la obra dentro de la obra es el autor de Pierre Menard que es el autor
           de Don Quijote que es el autor de Cervantes que es el autor de Borges que es el autor de…
                El viaje en el tiempo, no uno, sino múltiples tiempos, el jardín de senderos que se bifurcan,
           “infinitas series de tiempo… una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, conver-
           gentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o se igno-
           ran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos
           existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos…”.
                Y finalmente, el doble.
                “Hace años —escribe Borges y acaso escribo yo— yo traté de librarme de él y pasé de
           las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de
           Borges ahora y tendré que idear otras cosas”, escribe él, escribo yo y escribimos los dos, Bor-
           ges y yo, infinitamente: “No sé cuál de los dos escribe esta página”. Es cierto: cuando Borges
                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
     	
