Page 485 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      485






                Y sin embargo, a pesar de estas llamativas diferencias que, prima facie, me exceptúan de
           tener que imaginar a Tlön, Uqbar u Orbis Tertius pero que imponen la imaginación de la au-

           sencia a un escritor argentino como Borges, un mexicano y un argentino compartimos un len-

           guaje, sin duda, aunque también compartimos un ser dividido, un doble dentro de cada nación

           o, para parafrasear a Disraeli, las dos naciones dentro de cada nación latinoamericana y dentro

           de la sociedad latinoamericana en su conjunto, del Río Bravo al Estrecho de Magallanes.

                Dos naciones, urbana y agraria, pero también real y legal. Y entre ambas, a horcajadas

           entre la nación real y la nación legal, la ciudad, partícipe así de la cultura urbana como de la

           agraria. Nuestras ciudades, compartiendo cada vez más los problemas, pero intentando re-

           solverlos con una imaginación literaria sumamente variada, de Gonzalo Celorio en México a
           Nélida Piñón en Brasil, de José Donoso en Chile a Juan Carlos Onetti en Uruguay.

                Sin embargo, consideremos que acaso todos los proyectos de salvación del interior agra-

           rio —la segunda nación— han provenido de la primera nación y sus escritores urbanos, de

           Sarmiento en la Argentina a Da Cunha en Brasil a Gallegos en Venezuela. Cuando, contra-

           riamente,  tales  proyectos  han  surgido,  como  alternativas  auténticas,  de  la  segunda  nación

           profunda, la respuesta de la primera nación centralista ha sido la sangre y el asesinato, de la

           respuesta a Túpac Amaru en el Alto Perú en el siglo XVIII, a la respuesta a Emiliano Zapata en
           Morelos en el siglo XX.

                Consideremos entonces a Borges como escritor urbano, más particularmente como es-

           critor porteño, inscrito en la tradición de la literatura argentina.

                Entre dos vastas soledades —la pampa y el océano—, el silencio amenaza a Buenos Aires

           y la ciudad lanza entonces su exclamación: ¡Por favor, verbalícenme!














                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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