Page 142 - Salud y políticas públicas
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MARÍA NATIVIDAD ÁVILA ORTIZ 142 ANA ELISA CASTRO SÁNCHEZ GERARDO GARZA SEPÚLVEDA cia de enfermedad, sin embargo, existen casos en que las personas mayores necesitan un servicio más profesional; particularmente, si se encuentran en una situación que requiere de cuidados es- pecífcos, seguir un horario o debido a que sus familiares no cuentan con el tiempo para cuidarlos por lo absorbente de actividades laborales; en tales circunstancias, las casas de reposo se vuelven la mejor opción para cubrir dichas necesidades (Paola, Samter y Manes, 2011). En el plano mundial se estima que, en el período comprendido entre los años 2000 y 2025, aproximadamente 57 millones de adultos mayores se incorporarán a los 41 millones. Entre 2025 y 2050, este incremento será de 86 millones de personas debido a la disminución de las tasas de natalidad y un aumento de la esperanza de vida. Los países como Brasil, México y República Dominicana concentrarán la mayor parte de este aumento (CEPAL, 2003). En México se marca el inicio de un envejecimiento acelerado de la población, según el INEGI (2005) en el año 2010 una de cada 10 personas era adulto mayor, para 2020 se prevé que la relación sea de una de cada seis y para 2040 una de cada tres personas será anciana. Se pronostica que para el 2050 los adultos mayores conformarán cerca de 28.0% de la población, lo que equivaldrá a 41.4 millones de personas mayores de 60 años y que por cada 100 hogares en 28 haya un adulto mayor. El proceso de envejecimiento forma parte del desarrollo normal y natural de cada especie. A medida que una persona envejece experimenta cambios superfciales, como la alteración de la estatura, la silueta, el peso corporal, así como la disminución en el contacto y desarrollo social, la pérdida de destrezas y capacidades que se realizaban con cierta normalidad (Barrantes-Monge, García-Mayo, Gutiérrez-Robledo y Miguel-Jaimes, 2007). Los cambios físicos que presentan los adultos mayores en ocasiones van acompañados de una serie de prejuicios y estereotipos, ya que se les percibe como personas débiles, pasivas, ca- rentes de energía y motivación. Además, la salud individual se ve infuida por factores generales como la organización social y política; factores demográfcos (edad promedio, distribución por grupo de edad). Genéticos, ecológicos (ambiente de trabajo, contaminación ambiental); econó- micos (nivel general de prosperidad) y sociales (diferencias entre ingresos, cohesión social, rela- ciones familiares y sociales, estilos de vida, consumo); consideraciones culturales (valores sociales dominantes, niveles de educación e información), etcétera (Ludi, 2012). Universidad Autónoma de Chiapas
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