Page 173 - Fútbol y globalización
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COHESIÓN, LEALTAD Y VIOLENCIA: LECCIONES
                                                                DE UNA BARRA FUTBOLÍSTICA DE VERACRUZ            173






                Una relación de tipo clientelar es observable en estos arreglos o cuando menos de intercambio
           de bienes con la finalidad de brindar apoyo incesante al club. Pero ese clientelismo se funda en dar
           y recibir bienes, entradas por parte de la directiva a los barristas; y apoyo incondicional en el estadio
           por parte de estos últimos. Sin embargo, la barra vive más allá de ese acuerdo y entre sus vivencias

           de aguante está la posibilidad y hasta la exigencia de conductas entre las que la lealtad es sustantiva.
                También es relevante observar que en sí misma la barra tiene autonomía en su existencia, es
           decir que organización y funcionamiento ocurren al margen del club, de los directivos y jugado-
           res; si bien todo ello hace parte y en cierto modo propicia su ser. Las acciones para conformar la

           barra, la base material para su existencia y sobre todo para su convivencia proviene de recursos
           propios; asimismo, gestos de solidaridad, como la cooperación hecha ya dentro del autobús al
           regresar a la zona cafetalera, muestra lo anterior; aunque de modo contradictorio o parcial, pues
           si bien se cooperó para restituir la ventana rota del autobús, no se hizo cooperación para atender

           médicamente al compañero mal librado ni para remediar mínimamente el desfalco por el robo de
           cartera y la destrucción de bienes sufrida por el barrista afectado.
                Se encuentran aquí formas particulares de pertenencia y preservación del honor colectivo que
           merecen lecturas etnográficas que privilegien las teorías nativas sobre su sentido y valores en los

           que fundan sus prácticas y su existir. Merece atención el papel que juega la adrenalina, las emocio-
           nes extremas como base del performance de terror que lleva actos grupales de intimidación social
           o ciudadana, al tiempo que parece buscarse reconocimiento social (“ellos son barristas”, “somos la
           barra tal, que viene de tal lugar para apoyar a nuestro club”), saberse vistos, aglutinados y temidos.

                La representación de la barra entonces parece asumir o circular cuando menos dos lógicas
           al parecer contradictorias: por una parte, hay una búsqueda de afirmación del nosotros que apo-
           yamos al club y mediante esa vía somos socialmente existentes o nos realizamos en tanto colec-
           tivo en la vida pública, pero, por otra parte, logramos ello mediante el ejercicio de una violencia

           simbólica y dado el caso también real o efectiva, de sacrificio físico. Desde las posibilidades de
           afirmación negativa también se es en la vida social, de allí que no sea extraño encontrar eventos
           culturales como el rock o el fútbol donde individuos y colectivos recurren a nombres chocantes,
           que en sí mismos por su significado social desafían o contestan los valores convencionales, las

           buenas maneras, los deber ser de la corrección social. En este caso, la barra de que se habla tiene
           en su nombre el sentido de lo nauseabundo y en sus conductas diferentes formas de construir su
           presencia, incluidas prácticas extremadas hasta lo físico.







                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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