Page 172 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
      172                     MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES






               parte de una pedagogía para el relevo generacional y de significarse como la gramática del valor y la
               lealtad barrista. Narrativa para la cual solo están autorizados miembros de la barra: “Viejo, hoy has
               sido un chingón. Los demás han sido cobardes porque nadie te apoyó. Tú nos pusiste la muestra;
               estoy orgulloso de ti”. “Aquí ningún cabrón fue capaz de seguirte”. “¿Sabes de lo que me arrepiento
               hoy, viejo?: de no haber tenido los güevos para pelearme”. “Viejo, esos son putos cobardes, son

               puros turistas”. “Yo nunca me he peleado, pero hoy sí tenía ganas de hacerlo con esos cabrones”.
                    Ese relato de “coronación” del héroe (que en realidad subvierte una derrota en algo ejem-
               plar), dicho en voz alta para que sea escuchado en tanto mensaje dirigido, se articula con la ins-
               cripción de las huellas de la violencia en el cuerpo que a la postre simbolizará un episodio épico
               que acuerpa a la barra, y también se apuntala con el no quejarse ni por el daño y dolor físico ni por

               no haber sido acompañado por otros en la pelea ni por haber sido robado: “No importa, no pasó
               nada”; “Ya pasó; estoy bien”; “Desde chavo venía a los carnavales y me partía la madre con otros
               cabrones”; “Solo me preocupa que me robaron mi licencia de manejo y mañana debo trabajar
               en el taxi”. Si alguna preocupación existe por parte del herido, no tiene que ver con el daño físico
               recibido; quejarse no sería digno, ni va con la barra.

                    Entonces, ya con hitos propios, fundacionales y propiciatorios, la barra puede condensarse
               como el nosotros “Barra fulana de tal”, agregado que asegura pertenencia, pero que al mismo
               tiempo establece una relación con un otro, con otra/s barra/s de equipos rivales, inferiorizadas
               simbólicamente. Aunque la barra viva dinámicas discretas y pautadas a lo largo de su existencia,
               no podemos perder de vista que son posibles por su identificación con un equipo de fútbol parti-

               cular, en ese sentido, se deben a la entrega a un club, en su apoyo mostrado públicamente hasta
               la extenuación física del barrista.
                    Aunque se identifiquen relaciones entre líderes de barras (“capos” en el código local) y direc-
               tivos de los clubes, los encuentros o diálogos entre cualquier barrista con los directivos, no pare-
               cen ser comunes, aunque haya acciones establecidas. Lo relevante aquí es la relación simbólica y

               el intercambio de bienes efectivos entre unos y otros: mientras la directiva reconoce y hasta cierto
               punto reglamenta la conducta de las barras dentro del estadio (estas tienen una puerta de acceso
               propio; en la revisión de entrada se les quitan objetos como cigarros y cinturones; tienen asignada
               una zona específica de la tribuna; algunas barras tienen registro de sus miembros legitimada con
               credenciales, por parte de la directiva; algunas tienen prohibido meter “trapos” o banderines que

               anuncien su localidad de origen), además de dar a los “capos” de las barras boletos de entrada
               para que estos los administren, los barristas retribuyen con su “aguante” incondicional.






                            Universidad Autónoma de Chiapas
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