Page 170 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
170 MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES
lealtad a la barra; la lealtad es en la práctica violencia manifiesta y así se funda una comunidad al
ser propiciatoria de un nosotros que es vínculo y construcción social. Es una violencia pautada,
reglamentada para sus miembros (robar “trapos”, “defender el honor”, apoyar al equipo) y con
sentido colectivo que demarca pertenencia.
Del “enemigo” no parece requerirse una identificación clara, incluso pareciera suficiente con
que sean de otro club; aunque con unos hay mayor rivalidad que con otros; por ejemplo, con las
barras de equipos con los que se componen clásicos regionales —en Magazine (2012) tenemos
una mirada a la regionalización del fútbol—. De hecho, hay barras que tienen historias de rivali-
dad con pares que apoyan al mismo club; la barra en cuestión encuentra rivales dentro de la gran
afición barrista que apoya a los Tiburones Rojos. Igualmente puede haber rivalidades que cambien
con el tiempo; esto es, que no es definitivo que las barras de un club sean eternamente nuestros
rivales principales. La barra, así, parece tener como condición de existencia no solo el apoyo a un
club al cual ofrendarse, sino también un enemigo que de alguna manera es un igual: otra barra de
otro club, las otras barras de los otros equipos. Como cuenta la literatura, también hay barras que
dejan de ser para que a partir de escisiones se formen barras nuevas.
LA BARRA ES UN JUEGO DE ESPEJOS REFLEJADOS HACIA LA SOCIEDAD,
EL RIVAL, LOS MIEMBROS
En gran medida la vida de la barra, esto es, de sus miembros, tiene una fuerte dimensión
interna en la que es sustantiva la conducta de quienes la conforman. De allí que mucha de su
producción relevante se dirige a sus propios miembros, a quienes les dice qué es y cómo es ser
barrista, lo que ello significa, conlleva y exige. Pero hay otros destinatarios de la comunicación
convertida en acciones, en conducta barrista; por una parte, desde su actuar, a la sociedad la barra
le señala su presencia, rompe la indiferencia social para que, de alguna manera, sea reconocida
como manifestación de la misma sociedad. Por otra, al rival, imaginario siempre, pero de presen-
cia real en torno a los juegos, le dicen haciendo: “esto es”, le hablan provocando, insultando, y
dado el caso, peleando.
En cuanto a la violencia en forma de pelea física entre barras, la escenificación de la lucha,
hace ver que si bien se requiere un rival con el cual luchar, un antagonista necesario para comple-
tar la escena y justificarla, también ello parece apuntalar la imagen del colectivo barrista en general
y de ciertos miembros de esta, debido a que las barras no carecen sino hasta cierto punto parecen
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