Page 217 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL INFANTIL, EL DESEO DE PRODUCIR
                                                                NUEVOS MESSI                                     217





                La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria,
                ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo,
                el fútbol profesional condena lo que es inútil. Y es inútil lo que no es rentable (p. 2).

                Sin embargo, no todo es malo. No todo está en manos del vil comercio o bajo el dominio de
           la sociedad consumista. Hay espacios en los que la globalización y sus malas consecuencias no han
           logrado penetrar. No todos los padres llevan a sus niños/as a una fábrica en la que someten sus

           afectos a ser parte de una maquinaria sin valores ni principios. Algunos padres, técnicos y dirigen-
           tes sostienen que bajo ningún punto de vista pueden dejar de lado la formación integral del niño/a
           que llega a las clases de fútbol y que no pueden pasar por alto el hecho de que son personas que
           están en formación para desarrollarse óptimamente al llegar a la vida adulta.

                Sin decirlo explícitamente, hacen referencia a los derechos inquebrantables que fueron pro-
           mulgados en la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, de la Unicef, entre los que
           se pueden citar:

               •  Los niños tienen derecho al juego.

               •  Los niños tienen derecho a la protección contra el descuido o trato negligente.

               •  Los niños tienen derecho a crecer en una familia que les dé afecto y amor.

               •  Todos los niños tienen derecho a vivir en armonía.

               •  Todos los niños tienen derecho a la diversión.
                El fútbol, y obviamente el fútbol infantil, es un escenario donde conviven sentimientos tan

           encontrados como los enumerados. Se sientan a una misma mesa padres preocupados por la
           formación integral de sus hijos/as y padres que se aferran a una tabla de salvación, depositando en
           los cuerpos de sus hijos/as expectativas desmedidas. Una visión global de este fenómeno incluye
           a ambas posiciones.
                Que un niño quiera parecerse a Messi no lleva implícito nada malo. Sobre todo si para

           hacerlo elige hacerlo en grupo, en prácticas de solidaridad y compañerismo, aceptando reglas
           deportivas y asumiendo la importancia del costado lúdico que esas edades implican. El desafío del
           presente es valorar y fomentar a ese niño que juega por jugar, que encuentra el placer en la prác-

           tica del juego más hermoso del mundo y que, fundamentalmente, lo encuentra con sus amigos y
           no en un ámbito que le es ajeno.








                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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