Page 295 - LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO
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LA DIVERSIDAD GENÉTICA DE LOS BOVINOS CRIOLLOS MEXICANOS
MEDIANTE SECUENCIAS DE DNA MITOCONDRIAL 295
de haber sufrido diferentes grados de flujo genético entre ellas o con otras razas (tanto taurinas
como cebuinas), su constitución genética actual las diferencia unas de otras (Giovambatistta et
al., 2001; Hernández-Cerón et al., 2004; Martínez et al., 2005; Naves et al., 2005; Russell et
al., 2000; Ulloa 2001). Tan sólo en Colombia se reconocen por lo menos siete razas de Criollos
(Carvajal-Carmona et al., 2003; Julio-Sastre, 2003), mientras que en Bolivia se distinguen cuatro
y en Argentina, dos (Lirón et al., 2002).
En México, de acuerdo con un estudio realizado con cuatro microsatélites de seis pobla-
ciones bovinas Criollas, se concluyó que cinco de ellas pueden ser consideradas como una sola
población homogénea (cuatro de Chihuahua y una de Tamaulipas), mientras que la restante (Chi-
huahua), debería considerarse como una población diferente, esto tan sólo en el norte del país
(Russell et al., 2000).
En otra comparación (con 9 microsatélites y gen de la κ-caseína), también se encontraron
diferencias entre las poblaciones mexicanas (Chihuahua, Durango, Guerrero y Nayarit) y algunas
razas comerciales (Ulloa 2002; Ulloa et al., 2008). Con estos marcadores moleculares y otro lo-
cus (microsatelite D21S6, estudiado en animales de Tamaulipas), los Criollos han mostrado mayor
diversidad genética que las razas especializadas, así como un grado importante de homocigosis,
producto del parentesco y de su reducido tamaño efectivo poblacional (Duarte-Ortuño, 2015;
Ulloa, 2001). Tal diversidad también se ha observado para genes asociados con la resistencia a
enfermedades (gen DRB3 del Complejo Mayor de Histocompatibilidad Bovino o BoLA), para los
cuales tanto Criollos Mexicanos, como de otros países latinoamericanos (Colombia, Uruguay,
Argentina) presentan, además, alelos únicos (Félix et al., 2006; Giovambatistta et al., 2001; Kelly
et al., 2003; Martínez et al., 2005).
Hasta hace poco, la presencia de haplotipos de mtDNA africanos en las diversas poblaciones
criollas hispanoamericanas parecía sorprendente y se explicaba, principalmente, ya fuera por la
convergencia de las rutas comerciales españolas y portuguesas hacia el Nuevo Mundo, o por el
traslado de los animales directamente desde África (Carvajal-Carmona et al., 2003; Magee et al,
2002; Miretti et al., 2002, 2004; Mirol et al., 2003). Gracias a los datos más recientes de ADN
proveniente de restos arqueológicos que confirman la influencia africana en el origen del ganado
Universidad Autónoma de Chiapas