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LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO.
298 HISTORIA, CARACTERIZACIÓN Y PERSPECTIVAS
alcanzando una diversidad (Ĥ= 0.977 ± 0.054) similar a la de los presuntos centros de domes-
ticación del ganado taurino como los ya mencionados del Oriente Medio y Anatolia, así como de
África (Ĥ= 0.912 ± 0.016) y Asia (Ĥ =0.943 ± 0.010).
Sin embargo, la diversidad haplotípica es un parámetro que depende del tamaño de la mues-
tra analizada y generalmente presenta valores altos, por lo cual no es comparable con otros datos
genéticos menos polimórficos. En cambio, la diversidad nucleotídica se considera una medida más
adecuada para su interpretación biológica, pues no depende tanto del tamaño de la muestra o de
la longitud de la secuencia analizada (Nei, 1987).
La diversidad nucleotídica mexicana (BCB, BCCh, BCD, BCN, BCG y BCP) (πn= 0.015
± 0.008) rebasa también a su homóloga española (πn= 0.009 ± 0.005) y es similar a la de
otros países americanos y al promedio ibérico (πn= 0.016 ± 0.009) , el europeo (πn= 0.015
± 0.008) , el de Anatolia (πn= 0.014 ± 0.001) , el del Oriente Medio (πn= 0.016 ± 0.009) , el
asiático (πn=0.014 ± 0.001) y el africano (πn=0.012 ± 0.004) . Si se observa cada población
independiente, de las seis poblaciones, cuatro (BCB, BCCh, BCN y BCG) también superan el
valor español.
En los países sudamericanos estudiados hasta el momento la diversidad nucleotídica (πn=
0.016 ± 0.008), también es semejante a la de los centros de domesticación. Lo mismo sucede
con todos los Criollos Americanos (πn= 0.015 ± 0.008) , si son incluidos los mexicanos. Esto es
importante, ya que en nuestro país sólo tenemos representantes de las familias haplotípicas T3
y T1, mientras que en el Viejo Mundo se encuentran además haplotipos de las familias T y T2
(Figura 10). La riqueza haplotípica crece considerablemente hacia el oriente, donde las regiones
de Anatolia (πn= 0.014 ± 0.001) y Asia (πn= 0.014 ± 0.001) poseen may or riqueza de familias
haplotípicas, con las T, T1, T2 y T3, en la primera, y las T, T2, T3 y T4 en la segunda. Lo mismo
sucede en el caso de África (πn= 0.012 ± 0.004) , donde además de las familias T1 y T3, pueden
encontrarse haplotipos T.
Estos resultados y los de otros estudios (Carvajal-Carmona et al.,2003; Mirol et al., 2003;
Troy et al., 2001) muestran como los Criollos Americanos se han mantenido como una muestra
de la diversidad mitocondrial que existió hace medio siglo, compuesta por los haplotipos que
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