Page 302 - Salud y políticas públicas
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LAURA ELENA TRUJILLO OLIVERA 302 SOFÍA ISABEL VILLAFAÑE TRUJILLO metros de la vivienda, bajo la mirada de la madre. Otra práctica de aprendizaje para el futuro consiste en organizar muñecos con pedazos de tela, que imaginan como los hijitos que arrullan y cuidan. Las niñas, con muy escasa frecuencia, tienen juguetes (tazas y platos, escobas y lavaderos, entre otras herramientas de trabajo hogareño en miniatura). Las niñas tienen obligaciones domés- ticas desde muy temprana edad. Entre algunas de las obligaciones, tanto de niñas como de niños, se encuentra el trabajo de la parcela. Después de desayunar los chicos acompañan a la madre al trabajo agrícola: la tarea consiste en eliminar la maleza del cultivo de maíz, cosechar el frijol, calabaza y otras legumbres, según la temporada. Por tal motivo, no es infrecuente que en los caminos se vea a la madre se- guida de sus pequeños, algunos con azadón, otros con machete. Esto es más frecuente en días de suspensión de labores escolares, que son abundantes, por diversas razones. Los chicos van a la escuela primaria hasta concluirla; sin embargo, las difcultades se agudizan cuando deben iniciar la secundaria, puesto que únicamente hay planteles de nivel secundario en las localidades mayores a 2, 500 habitantes. Para desplazarse a la cabecera municipal y estudiar la secundaria las niñas deben madrugar y caminar varios kilómetros diariamente; la alternativa es permanecer fuera de casa de lunes a viernes, lo que representa el esfuerzo extraordinario de pa- gar el hospedaje y alimentación para uno o más hijos. Es mucho más probable que sean los hijos varones los que continúen la educación secundaria, las chicas no necesitan estudiar para tener hijos, cuidar su casa y atender a su marido, afrma el padre de familia y secunda la madre, la mayoría de las veces. De los hombres se escucha que las mujeres sirven para eso: para atenderlos, dicho popular que raya en el cinismo. Esto, se reproduce en la ideología patriarcal. La vida de una niña en San Lucas es mucho menos ruda que en Oxchuc: no cuidan y cargan a sus hermanitos sobre la espalda, asisten al plantel preescolar, juegan y viven una existencia sin demasiadas obligaciones laborales. Las niñas tienen mayor acceso a juguetes y con mayor frecuen- cia. Aunque tienen juguetes para reproducir el habitus (Bourdieu, 2000) y los estereotipos del ser mujer, algunas niñas disfrutan de jugar con pelotas e incluso bicicletas. Universidad Autónoma de Chiapas