Page 46 - Voces sobre el suicidio en el mundo indígena.
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VOCES SOBRE EL SUICIDIO EN EL MUNDO INDÍGENA.
       46              DISTINTAS NARRATIVAS SOBRE EL FENÓMENO Y LA MUERTE







               cada sujeto con su propia salud en un asunto casi exclusivamente médico, cuya racionalidad
               predominante radica en las explicaciones técnico-científicas de los procesos morbosos, hasta

               el punto de que para la mayoría de las enfermedades se ha perdido todo significado cultural
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               en aras de un significado biológico-comercial. En palabras del sociólogo costarricense Domin-

               go Abarca (2019) , quien cuestiona y ha cuestionado desde hace mucho tiempo
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               19   Consideración que se hace de la depresión como tal, en muchas ocasiones y su significado directo como agente sin el cual no po-
                 dríamos entender el suicidio o a los suicidas, mejor dicho. En el artículo de Laura Aparicio: “Depresión como fenómeno social en
                 el capitalismo”, publicado en Izquierda Diario. Es., el 23 de julio del 2019, menciona que actualmente el término “depresión” se ha
                 equiparado a la noción de tristeza y poco se entiende sobre su componente social; ya que las tendencias de la psiquiatría lo abordan desde
                 un punto de vista biológico e individual. Resulta paradójico que, por un lado, el término depresión es cada vez más usado y equiparado
                 con la tristeza ocasional; pero por otro lado sigue siendo un tabú que “debe” ser enfrentado en secreto y de manera individual ¡como si su
                 aparición fuera de corte únicamente individual!, tabú que convierte a la depresión en sinónimo de suicidio, lo que supone un riesgo solo
                 para quien la padece y a quién se le mira desde la compasión. Pero no es casual que la depresión y sus consecuencias, como el suicidio,
                 se hayan convertido en una de las principales “enfermedades del siglo XXI” y una de las principales causas de defunción, en particular
                 para un amplio sector de la juventud trabajadora –o que lo será en un futuro próximo– que ve fracturadas sus esperanzas por tener una
                 vida digna, ya que cada día se ven más golpeadas las condiciones laborales en que los jóvenes nos insertamos al trabajo. La depresión
                 tiene múltiples factores que no se pueden generalizar porque dependen de cada sujeto como su historia familiar y psíquica, sin embargo,
                 el factor social es determinante en su desencadenamiento y permanencia; como explica Ana María Fernández en su libro Jóvenes de
                 vidas grises, no se puede aislar el contexto social que deja a los jóvenes sin posibilidades de planificación a futuro como lo han hecho las
                 economías neoliberales que instituyen en la subjetividad una fractura en la esperanza colectiva, y esto corresponde a “toda una estrategia
                 biopolítica de vulnerabilización”. Estas condiciones no se explican sin entender el modo de producción capitalista que cada día es más
                 voraz, que busca aumentar sus ganancias precarizando y empobreciendo cada vez más la vida de la clase trabajadora en su conjunto –tan
                 sólo en México existen más de 50 millones de pobres–. Y es aquí en donde la juventud se enfrenta a un mundo competitivo y cada vez
                 más individualista, este sector representa un amplio ejército de reserva en el mundo laboral, y cada vez accede con mayor dificultad a
                 estudiar; ya que tiene las peores condiciones de trabajo y sólo accede a la educación un porcentaje menor al 15% de los que presentan
                 examen de selección a la universidad. El trastorno depresivo y su brutal aumento parece ser más bien un síntoma de época que refleja
                 la poca esperanza hacia futuro generada por las condiciones cada vez más insostenibles para la clase trabajadora, no es de sorprenderse
                 que este sector sienta desesperanza y tienda hacia una depresión crónica o al suicidio. El capitalismo muestra la más profunda barbarie
                 contra el conjunto de la clase trabajadora a nivel internacional, por tal razón decimos ¡nuestras vidas valen más que sus ganancias! Desde
                 el modelo hegemónico de la psiquiatría se ve a la depresión desde un punto de vista biológico, individual, ahistórico y asocial; que supone
                 una alteración bioquímica en el cerebro, como es el desequilibrio de los neurotransmisores serotonina y norepinefrina. Esta concepción
                 contribuye a que quien la padece no identifique claramente lo que le sucede, lo sufra en silencio y se aísle del mundo externo; además
                 fortalece la idea de que es un problema individual y no social. En general el tratamiento que se da a esta problemática es la medicalización
                 que se inscribe en el discurso individual y garantiza las ganancias de las grandes farmacéuticas; estas medidas sólo buscan paliar los sín-
                 tomas, pero no llegan a la raíz del problema, buscan tapar el sol con un dedo. Cada vez es más frecuente la medicación a temprana edad,
                 ya sea por depresión, insomnio o “hiperactividad” en los niños; lo que provoca que los sujetos se conviertan en seres dóciles y productivos,
                 si se preguntaban como la medicalización beneficia al capitalismo. Link: http://www.izquierdadiario.es/Depresion-como-fenomeno-
                 social-en-el-capitalismo?id_rubrique=2653
               20   Investigador, conferencista y educador en materia de la problemática que encierra el fenómeno del suicidio.






                                     Universidad Autónoma de Chiapas
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