Page 437 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 437
dos Unidos, y no quiere ir, ¡por favor!, me dijo que no va a ir…¡es una mula!, ¡llévalo porque
es muy importante!”. La vieja le atendía las relaciones públicas así. Entonces yo le decía a Bor-
ges: “Me han invitado a la embajada de los Estado Unidos —¡no me habían invitado nada!—,
voy a ir, ¿vamos juntos?”. Pero a mí no me han invitado” —se atajaba—. “Vamos juntos —in-
sistía yo— así me da una mano”. Entonces él esperaba un poco, sonreía y me decía: “Ya sé
que ‘madre’ le habló a usted”.
Sabarra Mitre: Él tenía una relación muy especial también con Norah, su hermana.
Clemente: Sí. Norah era un persona muy fina, muy delicada, era el cielo. Sus pinturas tenían
una soberbia austeridad en las formas, un planteamiento del color, una emoción estética. Y
tanto ella como la madre eran enormes conocedores de la obra de Borges. Sobre todo la ma-
dre. Él le dictaba todo a la madre antes de ir a la Biblioteca. La madre escribía todo lo que él le
decía. ¡Sí el no podía escribir! La madre era fundamental en su vida. Porque la madre tenía una
gran admiración literaria por el hijo. La madre era escritora también, había hecho traducciones
de Virignia Woolf. Fíjese qué familia. Una tarde nos juntamos para tomar el té y estaban la ma-
dre, perfectamente traductora del inglés y gran escritora, la hermana, gran pintora, el marido
de la hermana, Guillermo de Torre, gran ensayista…
Sbarra Mitre:…que no se llevaba demasiado bien con Borges.
Clemente: Nada, nada, se odiaban. Guillermo era duro de oído y Borges decía: “Por suerte
yo no lo veo y él no me oye”. Y estábamos todos tomando el té. No se llevaban bien pero
se respetaban.
Universidad Autónoma de Chiapas