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464 BORGES INTERACTIVO
—Mis actos, yo no sé. La verdad es que he obrado de un modo tan irresponsable... Usted dirá
que lo que yo escribo no es menos irresponsable, pero yo trato de que lo sea, ¿no? Además,
tengo la impresión de vivir... casi de cualquier modo. Aunque trato de ser un hombre ético,
eso sí. Pero mi vida es bastante casual, y trato de que mi escritura no sea casual, es decir, trato,
bueno, de que haya algo de cosmos, aunque sea esencialmente el caos. Como puede ocurrir
con el universo, desde luego: no sabemos si es un cosmos, o si es un caos. Pero, muchas
cosas indican que es un cosmos: tenemos las diversas edades del hombre, los hábitos de las
estrellas, el crecimiento de las plantas, las estaciones, las diversas generaciones también. De
modo que cierto orden hay, pero un orden... bastante pudoroso, bastante secreto, sí.
—Ciertamente. Pero, para identificarlo de alguna manera: ése su orden se parece —me parece
a mí— a lo que Mallea describió como un sentido severo, o “una exaltación severa de la vida”,
propia del hombre argentino.
—Bueno, ojalá fuera propia del hombre argentino.
—Diríamos, del arquetipo de hombre argentino.
—Del arquetipo más bien, ¿eh?, porque en cuanto a los individuos, no sé si vale la pena pensar
mucho en ello. Aunque nuestro deber es tratar de ser ese arquetipo.
—¿No es cierto?
—Sí, porque... fue predicado por Mallea porque él, como se habla de la “Iglesia invisible” —
que no es ciertamente la de los diversos personajes de la jerarquía eclesiástica—, él habló del
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