Page 490 - BORGES INTERACTIVO
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                    Borges, escribe André Maurois, se siente atraído por la metafísica, pero no acepta la ver-
               dad de sistema alguno. Este relativismo lo aparta de los proponentes europeos de una natura-

               leza humana universal e invariable que, finalmente, resulta ser sólo la naturaleza humana de los

               propios ponentes europeos —generalmente miembros de la clase media ilustrada. Borges,

               por el contrario, ofrece una variedad de espacios y una multiplicación de temas, cada uno

               distinto, cada uno portador de valores que son el producto de experiencias culturales únicas

               pero en comunicación con otras. Pues en Europa o en América —Borges y Alfonso Reyes lo

               entendieron inmediatamente en el siglo XX, a favor de todos nosotros—, una cultura aislada

               es una cultura condenada a desaparecer.

                    En otras palabras: Borges le hace explícito a nuestra literatura que vivimos en una diversi-
               dad de tiempos y espacios, reveladores de una diversidad de culturas. No está  solo, digo, ni

               por sus antepasados, de Vico a Alberdi, ni por su eminente y fraternal conciudadano espiritual,

               Reyes, ni por los otros novelistas de su generación o próximos a ella. Borges no alude a los

               componentes indios o africanos de nuestra cultura: Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier

               se encargan de eso. Pero quizá sólo un argentino —desesperado verbalizador de ausencias—

               pudo echarse a cuestas la totalidad cultural del Occidente a fin de demostrar, no sé si a pesar

               de sí mismo, la parcialidad de un eurocentrismo que en otra época nuestras repúblicas acep-
               taron formalmente, pero que hoy ha sido negado por la conciencia cultural moderna.

                    Pero aun cuando Borges no se refiere temáticamente a este o aquel asunto latinoame-

               ricano, en todo momento nos ofrece los instrumentos para reorganizar, amplificar y caminar

               hacia adelante en nuestra percepción de un mundo mutante cuyos centros de poder, sin tre-

               gua, se desplazan, decaen y renuevan. Qué lástima que estos mundos nuevos rara vez estén

               de acuerdo con la tierna aspiración borgeana: “Una sociedad secreta, benévola… surgió para

               inventar un país”.








                             Universidad Autónoma de Chiapas
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