Page 71 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 71
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de
aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban,
a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afec-
to, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora
también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el ama-
necer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un
muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soña-
dor. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su pro-
greso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo,
la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso,
miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había
soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él.
Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil,
veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y
apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la
casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que
se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre
todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda
de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable.
Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de
trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado
el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho
Universidad Autónoma de Chiapas