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LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO.
212 HISTORIA, CARACTERIZACIÓN Y PERSPECTIVAS
a lo largo quinientos años, a partir de la llegada de los primeros rumiantes durante el siglo XVI
(Barrera-Bassols, 2015).
Se sabe que los primeros ejemplares provenían de las cuatro islas de las Antillas, a donde
había llegado ganado entre 1493 y 1512. Poseen, por su origen, una mayor importancia las razas
Ibéricas, como el ganado marismeño del Delta del Guadalquivir. Cabe mencionar como ejemplo
que, por esa época, en Jamaica el 35% del ganado era originario de las Marismas de Sevilla y
Huelva, con una importante presencia de reses extremeñas. Se ha reportado que, además de las
razas Ibéricas, el ganado Criollo o rústico descendía de una mezcla de éstas con razas africanas
provenientes de los puertos de Andalucía y las Islas Canarias (Guevara y Lira-Noriega, 2004).
Para Florio (2008), las razas Ibéricas que llegaron a América durante la conquista española y
en la época colonial corresponden a los grupos raciales de bovinos reconocidos como razas: Re-
tinta y Rubia de Andalucía, Andaluza Negra, Pirenaica, Tudanca, Cárdena, Andaluza, Rubia Gallega
y Berrenda. A su llegada a México, estas razas, transformarían el paisaje al instalarse una actividad
que ocupara toda la costa a lo largo de Veracruz, con un crecimiento explosivo de hatos de gana-
do Criollo durante los primeros 60 años de colonización ganadera.
El Criollo, “rumiante de grupa ancha, bajito, robusto y con grandes cuernos” (Barrera-Bas-
sols, 2015), mostró adaptabilidad a los ecosistemas tropicales y subtropicales. Tal circunstancia,
aunada a la considerable experiencia de los criadores de ganado, permitió enfrentar el ambiente
americano con alternativas novedosas, de tal suerte que, aunque el ganado vacuno se introdujo
con el fin de disponer de carne, leche y cueros para la subsistencia de los europeos, como fuerza
de trabajo permitió roturar el suelo, manejar cultivares y plantíos extensos, construir sistemas de
riego y almacenar y transportar productos del campo (Guevara y Lira-Noriega, 2004).
Sobre su manejo en el México colonial, Sluyter (2001) considera que es muy difícil deter-
minar, por ejemplo, las cargas animales, ya que si bien las dotaciones legales de terrenos eran de
500 cabezas para ganado mayor, éstas sólo fueron las mínimas necesarias para asegurar y retener
la tenencia de la tierra, de modo tal que existen evidencias de que a menudo se excedían las do-
taciones mínimas legales, con frecuencia de una manera considerable.
Universidad Autónoma de Chiapas