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LOS BOVINOS CRIOLLOS EN EL GOLFO DE MÉXICO
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                Los registros del Archivo General de la Nación permiten reconocer lo que Barrera-Bassols
           (1996) ha llamado “La irrupción de las reses”, ya que el arribo del ganado vacuno coincidió con el

           llamado “derrumbe demográfico” de la población mesoamericana. La disminución poblacional fue

           resultado, entre otras cosas, de las epidemias, la guerra colonizadora y el maltrato de los conquis-
           tadores. Entre estos últimos está bien documentada la esclavitud, como la que propició el conquis-
           tador Nuño de Guzmán, el primer ranchero de México, a su llegada a Pánuco, Veracruz, en 1527.

           El proyecto de Nuño de Guzmán consistió en intercambiar ganado de las Antillas por esclavos

           indios de la región, quienes eran trasladados al Caribe, donde existía deficiencia de mano de obra.
                Acciones como la descrita dieron lugar a la ocupación por el ganado de las tierras agrícolas
           de la población originaria, de tal manera que para 1620 en el centro de la Nueva España pasta-

           ban alrededor 1’300,000 bovinos y 8’100,000 borregos y cabras, en una superficie de 77,700

           kilómetros cuadrados. También ha sido posible su cálculo a partir del estudio de las mercedes
           (dotaciones de tierra para agostadero). En un análisis que consideró 10,000 mercedes, el núme-
           ro de bovinos varió entre 1.5 a 2 millones en alrededor de 150,000 kilómetros cuadrados, con

           un índice de agostadero de un animal por hectárea. Del total de la población ganadera indicada,

           se estima que para la región de las llamadas tierras bajas del Golfo pastaban 665,000 bovinos,
           ocupando más del 50% de este territorio (Barrera-Bassols, 1994). Sobre el índice de agostadero
           hace referencia Melgarejo (1980), quien menciona que en 1589, en el área de Huatusco, Vera-

           cruz, “en algo así como unas 8,775 hectáreas, y aun cuando nadie lo cumplía, estaba en obligación

           de poner 2,500 cabezas en un año y supuestamente con el índice de agostadero de un poco más
           de tres hectáreas por cabeza”.
                Estos registros no consideraron a una parte del ganado introducido en zonas adyacentes al

           Golfo de México, que al inicio de la colonización, quedó fuera de control, lo que dio lugar a la

           formación de vaquerías de ganado alzado o cimarrón. Entre las principales razones para que esto
           sucediera se han considerado varias circunstancias, tales como que los españoles no pudieron
           atender el ganado o no contaron con suficiente personal para organizar sus explotaciones y que

           la participación de los pobladores indígenas no resultaba suficiente. Sin embargo, fue posible or-

           ganizar explotaciones pecuarias sobre rutas de expansión para el ganado, las cuales dependieron






                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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