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LOS BOVINOS CRIOLLOS EN EL GOLFO DE MÉXICO
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provincias de Cosamaloapan, Tlacotalpan y Acayucan, enviaron al centro del virreinato más de
272,000 cabezas de ganado (Alcántara, 2007).
Un estudio sobre la ganadería vacuna colonial en tierras veracruzanas realizado por Velazco
(2004) en la región de la cuenca del Río Papaloapan, describe cómo el vacío que produjo la reduc-
ción de la población originaria en la segunda mitad del siglo XVI por los motivos antes señalados,
posibilitó el establecimiento de un sistema de producción pecuaria, de ganado bovino que se
trasladó del altiplano a la costa del Golfo. Para conseguir este objetivo se concedieron mercedes
de sitio de ganado mayor, que más tarde se transformarían en haciendas. Aunque esta investiga-
ción no encontró referencias sobre la raza de los bovinos que se reprodujeron en el Papaloapan,
se tienen informes de que se trataba de ganado Criollo, cuya característica sobresaliente era ser
“muy bravo y escabroso”. Este ganado, que se reproducía rápidamente y alcanzó una constitución
física que derivó de la propia selección natural, descendía del ganado proveniente de los campos
de Andalucía y las Islas Canarias. Su adaptación al clima, tipo de pastos y huracanes no fue senci-
lla, pero de él derivó el ganado Criollo, con condiciones físicas que resultaron adecuadas para el
trópico húmedo.
Este sistema ganadero se basó en el grado de domesticación alcanzado por el manejo de los
animales o “cimarronaje”. Se distinguen tres grupos: cimarrón, ganado que pastaba de manera li-
bre con bajo o nulo manejo, se reproducía libremente y del que se atrapaban para ser sacrificados
sólo los machos adultos. El segundo grupo, denominado rodeano, estaba constituido por ejem-
plares cimarrones que eran integrados a grupos que más tarde serían trasladados a los centros
urbanos para ser comercializados; finalmente, el tercer grupo, llamado chichihua, lo constituían
vacas que se dedicaba a la producción de leche y se tenían cerca de los pueblos o de la hacienda.
De esta ganadería extensiva se destacan elementos de modernidad por el carácter privado e
individual de la propiedad de la tierra, la relación de trabajo libre y asalariado, así como las adapta-
ciones técnicas que el ganadero tuvo que realizar en respuesta al nuevo entorno natural, que era
distinto a la práctica tradicional Ibérica. Conviene recordar, por ejemplo, que en la Península atra-
par animales para su sacrificio o comercialización era un situación extraordinaria que se realizaba
sólo para la recuperación de animales extraviados durante su traslado por cambio de pastizales,
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