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DEL ESTADO RELACIONAL A LA GOBERNANZA INTERCOMUNITARIA 215 otros, refejan las correlaciones y eventuales alianzas asimétricas entre el poder y los grupos su- bordinados en contextos históricos específcos, Córdova dice: Hoy sabemos que la amplia participación política que las masas populares tuvieron durante el período presidencial de Cárdenas no tenía más base que la paternal protección que el presidente les dispensaba y que esta última se debía a los resultados que él esperaba de las trascendentales reformas que estaba poniendo en juego. Prácticamente toda oposición al presidente fue desbaratada por el empuje que las masas movilizadas le daban a las reformas. En las masas se alimentó la imagen del presidente como seguro conductor del pueblo…este sistema aparece como alianza institucionalizada de grupos sociales organizados como poderes de hecho…se utilizan formas tradicionales de relación personal, el compa- drazgo y el servilismo como formas de dependencia y control…el autoritarismo se alimenta justamente del reconocimiento que le viene de abajo (Córdova 1972:55-61) Desde la perspectiva relacional, los Estados nacionales tienen “impresas” en su estructura, en sus dinámicas y en sus formas de operar, ciertos “sellos” de las culturas a las que dominan, mismas que han debido adoptar para lograr que la dominación aunque cambiante, se mantenga en el tiempo para cumplir con el requisito de ser un orden más o menos duradero que pueda ser llamado Estado, conocer la lógica del otro para manipularlo políticamente se vuelve crucial, sobre todo si las culturas son muchas y diversas, como es el caso de México. Aquí, se sostiene que en el Estado mexicano y los regímenes políticos que se han derivado de él, la distancia-tensión entre lo jurídico y lo político se inclina generalmente hacia lo político, dice Arnaldo Córdova que “El tratamiento de favor o de privilegio se ha institucionalizado tam- bién” (Córdova, 1972:43) esto debido a que está legitimado como uso y costumbre. Es aceptado socialmente que la red de relaciones se imponga y se busquen justifcantes para eludir las normas cuando así conviene a los intereses de grupo (sucede en todos los niveles sociales). Esto da le- gitimidad al corporativismo de Estado desde un corporativismo social y da estabilidad a la doble estructuración, injusta de raíz, que reproduce la desigualdad, pero que está anclada en inercias y tradiciones históricas. Por otro lado, el corporativismo social mexicano, también tiene algunas virtudes importantes, reconocidas ampliamente por otros países: la solidaridad, la cohesión de los grupos sociales y la protección de los individuos que se apegan a las normas e intereses del grupo, así como los rituales de creencias colectivas que proporcionan seguridad ontológica y sentido de comunidad (Giddens, 1987). Universidad Autónoma de Chiapas