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216 VALENTINA EDUWIGES ESTRADA GUEVARA ELISA CRUZ RUEDA De lo anterior se tiene que, en esa doble estructura, hay también dos dimensiones paralelas de institucionalización, la de la norma constitucional idealizada del deber ser y la que, se hace a modo para que “si se pueda”. Dice Basave que mientras más intrincado es el entramado legal para inter- pretar y hacer valer la ley, se requieren más intermediarios que la gestionen, dando lugar a clientelas cautivas, “una de sus peores consecuencias ha sido la prevalencia de leyes infexibles que se aplican fexiblemente, en vez de leyes fexibles que se apliquen infexiblemente” (Basave, 2011:50). El Estado mexicano y su relación con las regiones y pueblos indígenas A partir de 1917, como resultado de la posición de fuerza de los zapatistas, se reconoció el Plan de Ayala, dando lugar al Artículo 27 constitucional, que a su vez dio paso a la restitución de tierras a indígenas y campesinos. Desde el poder ejecutivo del Estado mexicano se fundaron instituciones específcas para atender los asuntos de los pueblos y comunidades. En 1917 se creó el Departa- mento de Antropología en la Secretaría de Agricultura; en 1921 el Departamento de Educación y Cultura para la Raza Indígena en la Secretaría de Educación, que luego se transformó en el Depar- tamento de Educación Indígena en 1937, en 1940, se creó el Instituto Indigenista Interamericano, antecedente del Instituto Nacional Indigenista. El planteamiento teórico que rigió la política pública para pueblos indígenas, provino de Gon- zalo Aguirre Beltrán y el concepto “regiones de refugio”. En su obra describe que en las regiones identifcadas como indígenas existe una estructura, con poblaciones o ciudades medias mestizas y pueblos indígenas que funcionan como sus “satélites”, que los mestizos controlan las relaciones “hacia afuera” y manejan la economía regional. Es decir que se han establecido relaciones de poder que subordinan a las comunidades a sus intereses. Propone dejar atrás ese reducto de es- tructura feudal de castas, convirtiendo a los indígenas una clase social en condiciones de equidad. Otros antropólogos señalan una contradicción en Aguirre Beltrán, ya que no puede haber equi- dad en una sociedad donde una clase explota a otras. La crítica al indigenismo ofcialista, provino de los antropólogos marxistas cuyo auge en la década de los sesentas estuvo ligado al movimiento estudiantil de 1968 y cuyo enfoque predominó en la antropología hasta la década de 1980. (Bon- fl, G. 1983) Universidad Autónoma de Chiapas