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       	                                        VALENTE MOLINA PÉREZ       64                              HÉCTOR B. FLETES OCÓN               actividad agroexportadora entre los años 1910 y 1920, aún con el impacto de la Primera Guerra               Mundial que redujo los precios internacionales provocando que el café chiapaneco reorientara               sus mercados, y en vez de enviarse a Hamburgo y Bremen se destinara a Chicago, Nueva Or-               leans y Nueva York. Al fnalizar el año 1917 la cosecha anual de café enviada a los puertos antes               mencionados fue de 400 mil sacos (Chiapas Nuevo, 1917:1). La ruta era desde Tapachula por el               ferrocarril Panamericano con rumbo a Salina Cruz y de ahí a Puerto México (hoy Coatzacoalcos).                    Estas decisiones hicieron que Chiapas dependiera más de la federación para sus proyectos               modernizadores (Benjamin, 1981:190), un ejemplo es el subsidio mensual de quince mil pesos               que Álvaro Obregón autorizó para la reparación de caminos con prioridad en la carretera estatal               que atravesaba la entidad para enlazar con el ferrocarril costero y así benefciar a los productores               (Carta de Fernández Ruiz a Obregón, 1912).                    La llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia del país (1934-1940) representó para Chiapas               el inicio del reparto agrario, y aunque en esos años hubo una tendencia estatal hacia la disputa               por la tierra, el reparto que Cárdenas inició se prolongó hasta la década de los cincuenta. El 30               de enero de 1935 se publicó la Ley que fija la extensión máxima de la propiedad rural en el estado               y establece el fraccionamiento de las tierras excedentes (POE, 1935:3-6). Esta ley tenía algunas di-               ferencias con la Ley Agraria de 1921 porque establecía que la extensión máxima de la que podría               ser dueño un solo individuo o corporación era: 150 hectáreas de riego natural; 300 de temporal               de primera; 600 de riego de segunda; 1000 de riego mecánico o artifcial y 500 hectáreas de te-               rrenos cerriles. Es decir contemplaba el tipo de tierra; aunque esto no fue un impedimento para               tener más porque esta misma ley decía que se podía ser dueño de mayor extensión, siempre que               se comprobara que era para sembrar café, plátano, ganado vacuno, caballar o lanar. Y por si esto               fuera poco el propietario podía fraccionar o vender su tierras excedente (Reyes, 1992:54).                    El reparto agrario no modifcó el esquema de la fnca, más bien en algunas zonas de la en-               tidad, las refuncionalizó, creando nuevos actores sociales ligados a las fncas ante la imposibilidad               de actuar autónomamente en el terreno de la producción. Aún después de consumado el reparto               agrario, en el Soconusco los fnqueros no desaparecieron del panorama económico y político.                             Universidad Autónoma de Chiapas
       
       
     
