Page 40 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
       40                     MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES






               empoderarse sin ningún remilgo de los que sustentan la cultura como asunto de privilegios (García
               Canclini, 1995 y 1999).
                    La carta de mayoría de edad al fútbol se la da el enorme crecimiento de su atención no solo
               a través de la televisión abierta y de paga, sino también por la profusa información que gira alre-

               dedor del fútbol en las plataformas digitales. Mencionamos líneas arriba autores de renombre que
               levantan del suelo el tema del fútbol: Vázquez Montalbán, Marías, Galeano, Valdano, Villoro, Mu-
               rayama, Peinado, Kuper o Hornby, que permiten posicionar al deporte para discusiones mayores.

                    Una de dichas discusiones menciona que el fútbol se ha colocado al centro con un descarado
               poder simbólico en el contexto de crisis de los Estados modernos y en auge de la posmoderni-
               dad (Añorve, 2016). Es un performance que permite desfogar sentimientos atávicos, o primarios
               como los que menciona Hobsbawm (2006) para aproximarse a la pasión que incita la celebración

               de una copa del mundo de fútbol. Es un escenario tribal por excelencia donde se disputan los
               honores más sentidos (barrio contra barrio, pueblo contra pueblo). En él se proyectan y se trazan
               desde los acuerdos más tácitos de las culturas varoniles —la fidelidad eterna a los equipos—, hasta

               un inusitado simulacro de la guerra.
                    Por ende, el fútbol es una danza, se explaya una violencia con reglas muy permisivas. Hay
               un elogio al azar, a la trampa y al error, y ello se aprecia en su esencialismo rancio que rechaza a
               la tecnología que revisaría el dolo con que se ejerce el deporte: “la mano”, de Diego Armando

               Maradona, en el Mundial de 1986, nos parece el caso más atroz del nivel axiológico de la compe-
               tencia. A todas luces resultó una trampa y nadie dijo nada porque él es un Dios Baco. Había una
               nata social y política —la guerra de las Malvinas—, que permitió la suspensión ética más licencio-

               sa en la historia del deporte. La jerarquía mediática de Maradona bastaba para que esta falta no
               tuviera ninguna repercusión, en contraste con el rigor silencioso que aplican en el béisbol de las
               ligas mayores en Estados Unidos con los bateadores negros y latinos que han sufrido de racismo.
                    En fin, preferimos lo que dice Onfray (2008), más bien extrapolándolo, para entender el

               fenómeno del fútbol: ¿el dolor del mundo es menor con el fútbol?, ¿los modelos aspiracionales
               como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi vuelven saludable el cuerpo colectivo?, ¿frustra más la
               sobreexcitación informativa en lugar de generar felicidad?
                    ¿La decepción es sinónimo de rechazo a los entes del poder público?, ¿no será, en todo

               caso, que el fútbol destaca en ese caldo de cultivo que es el cuerpo poscristiano?, ¿la eugenesia
               libertaria, en este sentido, no explica entonces el fútbol como el summum de la alegría que defi-






                            Universidad Autónoma de Chiapas
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