Page 44 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
       44                     MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES






                    La desconfianza respecto a lo político parecería, en este sentido, derivar hacia un vacío que
               debe cubrirse con otras expectativas y estas pueden encontrarse en figuras como estrellas de cine,
               futbolistas o deportistas a nivel general que se erigen en aspiraciones de los colectivos. Conforme
               con esta explicación de la frustración que se desprende del abuso y del desastre de los perfiles de los
               políticos, quienes evidencian más ambición y poco afán de servicio, se abren espacios para que esa

               decepción sea llenada por otros sentimientos que utilicen esta ansiedad para referencias grupales.
                    El deporte, y por supuesto el fútbol, son de esas referencias colectivas que asumen la susti-
               tución del poder público acotado. No percibimos que exactamente sea un reemplazo mecánico.
               No, porque entonces sería como aceptar que, en una época moderna, no hipermoderna como

               la de ahora, o en la premodernidad acaso, hubiese existido un amplio consenso en favor de la
               res politica equiparable a estos novedosos héroes. Ni por asomo nos parece que hubiese un
               consenso previo donde las masas avalaran la conducta de los políticos, estos nunca han tenido la
               popularidad de héroes de gestas deportivas, como los futbolistas.
                    Son cuestiones diferentes que acaso sí sean precisiones oportunas a la hora de la elección as-
               piracional: que el descenso de unos, los políticos, provoque un ambiente de decepción, y genere

               a su vez un caldo de cultivo favorecedor para las figuras del deporte, y del fútbol, protagonistas en
               el discurso hipersaturado de la cultura del mainstream (Martel, 2011).
                    Es una certeza que el frenesí desprendido de la saturación informativa de los mass media
               proyecta a los futbolistas como estas referencias que irradian muchas más virtudes que las de un

               político. En esta suerte de axioma, los futbolistas levantarían el ánimo de un ambiente afligido; es
               más, serían de esos abastecedores de ilusiones que tanto se requieren en una sociedad acusada
               de todo, entre otras cosas, de proponer una vasta serie de estereotipos que a su vez generen
               nuevas decepciones.
                    La felicidad, por lo pronto, se encuentra bajo responsabilidad de entes producidos o difundi-
               dos en la sociedad del entretenimiento que pasa por la música, el cine, la televisión, los cómics o

               el deporte. La calidad y forma de vida se transforman en un objeto consumible, o mejor dicho, la
               conservación de la salud y lo relacionado con favorecer la calidad de vida son elementos consumi-
               bles que van desde los atuendos ultrasofisticados (ropa, calzado, medidores físicos), hasta dietas
               con particularidades para mantener esos estándares. Por tanto, el futbolista se vuelve un modelo

               aspiracional.
                    Si bien no concebimos que una mayoría quisiese emular a un político como Winston Chur-
               chill, a pesar de su prestigio universal, es más probable que un niño aspire a convertirse en un






                            Universidad Autónoma de Chiapas
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