Page 91 - Fútbol y globalización
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INCLUSIONES Y EXCLUSIONES EN LA NACIENTE LIGA MX
                                                                FEMENIL: LA COBERTURA DE PRENSA Y PATROCINADORES  91






           la primera selección femenil (tercer lugar en el mundial femenil de 1970 en Italia y subcampeona
           mundial en el mundial de 1971 celebrado en México). Cabe destacar que estos mundiales no
           son muy conocidos, ya que ni la FIFA ni la mayoría de las federaciones nacionales reconocían
           formalmente el fútbol femenil (Draxler, 2018). Incluso en países que dentro del imaginario occi-

           dental podrían parecer como terreno inhóspito para el fútbol femenil, como es el caso de Irán,
           la participación de las mujeres ha sido importante. Williams (2007) habla de la fiebre futbolera
           experimentada por las mujeres iraníes entre 1971 y 1979 (truncada por la revolución) y de su re-
           torno en forma de futsal en 1993. Con mayor detalle, Franklin Foer (2010) explica cómo el fútbol,

           incluyendo el femenil, se ha convertido en una arena política en la nación persa.
                En 1971 tuvo lugar el primer partido internacional reconocido por la FIFA. Gradualmente
           las confederaciones empezaron a reconocer las competencias internacionales de fútbol femenil,
           finalmente desembocando, como ya se señaló, en el pleno reconocimiento oficial de la FIFA y de

           gran número de federaciones en la década de los 90 del siglo XX. Draxler (2018), basándose en
           una encuesta levantada por la FIFA en 2014, recupera algunas cifras importantes: hay unas 4.8
           millones de jugadoras federadas en el mundo, si bien es cierto, 91% de estas se concentran en
           Estados Unidos, Canadá y Europa. Más numerosas son aún las jugadoras no registradas (25.3

           millones a nivel mundial, lo cual representa el 84% del total de jugadoras). Los números globales
           de entrenadoras federadas y de mujeres árbitros registradas tampoco son despreciables (83 262
           y 76 458, respectivamente). Respecto al interés, este puede verse en términos relativos o abso-
           lutos: en 2007, Williams (2007) en su estudio del fútbol en cuatro países, reportaba incrementos

           significativos. Para el caso más relevante, el estadounidense, recuerda que para 1986 había 50
           mil jugadoras; poco más de dos décadas después ya había 8 millones de jugadoras. La asistencia
           total ha pasado de 510 mil personas en el primer mundial (China 1991), o 19 615 asistentes por
           partido (Williams, 2007), a 1.35 millones (Canadá 2015) o 26 029 asistentes por partido. De

           igual forma, para el mundial más reciente (Canadá 2015) el número de televidentes alcanzó los
           764 millones (Draxler, 2018). Aunque ciertamente existe una brecha entre el fútbol varonil y el
           femenil, la diferencia en la asistencia, por ejemplo, al fútbol olímpico, no es tan dramática como se
           podría esperar (en Río de Janeiro, 2016, el fútbol varonil registró 1.01 millones de asistentes por

           636 mil asistentes para el caso del fútbol femenil) (Draxler, 2018).
                Entonces, en realidad no es la temporalidad, ni el interés lo que separa al fútbol varonil del
           femenil, sino el rol disminuido que, de manera deliberada, la policía (en su noción de Rancière)







                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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