Page 107 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 107
FUNES EL MEMORIOSO
Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la
tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola
como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda
una vida entera. Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del
cigarrillo. Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzador. Recuerdo cerca de esas manos un
mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa una estera amari-
lla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal
del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora. Más de tres veces no lo vi; la última, en
1887... Me parece muy feliz el proyecto de que todos aquellos que lo trataron escriban sobre
él; mi testimonio será acaso el más breve y sin duda el más pobre, pero no el menos imparcial
del volumen que editarán ustedes. Mi deplorable condición de argentino me impedirá incurrir
en el ditirambo —género obligatorio en el Uruguay, cuando el tema es un uruguayo. Literato,
cajetilla, porteño; Funes no dijo esas injuriosas palabras, pero de un modo suficiente me consta
que yo representaba para él esas desventuras. Pedro Leandro Ipuche ha escrito que Funes
era un precursor de los superhombres, “un Zarathustra cimarrón y vernáculo”; no lo discuto,
Universidad Autónoma de Chiapas