Page 157 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 157
Tendríamos, pues, a hombres de pobrísima vida, a gauchos y orilleros de las regiones
ribereñas del Plata y del Paraná, creando, sin saberlo, una religión, con su mitología y sus már-
tires, la dura y ciega religión del coraje, de estar listo a matar y a morir. Esa religión es vieja
como el mundo, pero habría sido redescubierta, y vivida, en estas repúblicas, por pastores,
matarifes, troperos, prófugos y rufianes. Su música estaría en los estilos, en las milongas y en
los primeros tangos. He escrito que es antigua esa religión; en una saga del siglo XII se lee:
—”Dime cuál es tu fe —dijo el conde.
—Creo en mi fuerza —dijo Sigmund”.
Wenceslao Suárez y su anónimo contrincante y otros que la mitología ha olvidado o ha
incorporado a ellos, profesaron sin duda esa fe viril, que bien puede no ser una vanidad sino
la conciencia de que en cualquier hombre está Dios.
Notas
I El Estado es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un
crimen. Compruebo un hTho, no lo justifico o disculpo.
2 Yo soy del barrio del Alto,
Soy del barrio del Retiro.
Yo soy aquel que no miro
Con quién tengo que pelear,
Y a quien en milonguear,
Ninguno se puso a tiro.
3 De esa vieja manera de combatir a capa y espada, habla Montaigne en sus Ensayos (I, 49) y cita un pasaje de César: Sinistras
sagisinvolvunt, gladiosquedistringunt. Lugones, en la página 54 de El payador, trae un lugar análogo del romance de Bernardo
del Carpio:
Revolviendo el manto al brazo,
La espada fuera a sacar.
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