Page 177 - BORGES INTERACTIVO
P. 177
JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 177
Veinticinco palillos
tiene una silla,
¿quieres que te la rompa
en las costillas?
Repito lo formal de ese juego, su contrabando pertinaz de argumentos necesariamente con-
fusos. Vindicar realmente una causa y prodigar las exageraciones burlescas, las falsas caridades,
las concesiones traicioneras y el paciente desdén, no son actividades incompatibles, pero sí
tan diversas que nadie las ha conjugado hasta ahora. Busco ejemplos ilustres. Empeñado en
la demolición de Ricardo Rojas, ¿qué hace Groussac? Esto que copio y que todos los literatos
de Buenos Aires han paladeado. Es así como, verbigracia, después de oídos con resignación,
dos o tres fragmentos en prosa gerundiana de cierto mamotreto públicamente aplaudido por los
que apenas lo han abierto, me considero autorizado para no seguir adelante, ateniéndome, por
ahora, a los sumarios o índices de aquella copiosa historia de lo que orgánicamente nunca existió.
Me refiero especialmente a la primera y más indigesta parte de la mole (ocupa tres tomos de los
cuatro): balbuceos de indígenas o mestizos…Groussac, en ese buen malhumor, cumple con el
más ansioso ritual del juego satírico. Simula que lo apenan los errores del adversario (después
de oídos con resignación); deja entrever el espectáculo de una cólera brusca (primero la palabra
mamotreto, después la mole); se vale de términos laudatorios para agredir (esa historia copiosa)
en fin, juega como quien es. No comete pecados en la sintaxis, que es eficaz, pero sí en el
argumento que indica. Reprobar un libro por el tamaño, insinuar que quién va a animársele a
ese ladrillo y acabar profesando indiferencia por las zonceras de unos chinos y unos mulatos,
parece una respuesta de compadrito, no de Groussac.
Universidad Autónoma de Chiapas