Page 192 - BORGES INTERACTIVO
P. 192

192                                 BORGES INTERACTIVO






               descifrables. Se dirá que ello nada tiene de singular, pues el orbe de Kafka es el judaísmo, y el
               de Hawthorne, las iras y los castigos del Viejo Testamento. La observación es justa, pero su

               alcance no rebasa la ética, y entre la horrible historia de Wakefield y muchas historias de Kafka,

               no sólo hay una ética común sino una retórica. Hay, por ejemplo, la honda trivialidad del pro-

               tagonista, que contrasta con la magnitud de su perdición y que lo entrega, aún más desvalido,

               a las Furias. Hay el fondo borroso, contra el cual se recorta la pesadilla. Hawthorne, en otras

               narraciones, invoca un pasado romántico; en ésta se limita a un Londres burgués, cuyas mul-

               titudes le sirven, por lo demás, para ocultar al héroe.

                    Aquí, sin desmedro alguno de Hawthorne, yo desearía intercalar una observación. La

               circunstancia, la extraña circunstancia, de percibir en un cuento de Hawthorne, redactado a
               principios del siglo XIX, el sabor mismo de los cuentos de Kafka que trabajó a principios del si-

               glo XX, no debe hacernos olvidar que el sabor de Kafka ha sido creado, ha sido determinado,

               por Kafka. Wakefield prefigura a Franz Kafka, pero éste modifica, y afina, la lectura de Wakefield.

               La deuda es mutua; un gran escritor crea a sus precursores. Los crea y de algún modo los

               justifica. Así ¿qué sería de Marlowe sin Shakespeare?

                    El traductor y crítico Malcolm Cowley ve en Wakefield una alegoría de la curiosa reclu-

               sión de Nathaniel Hawthorne. Schopenhauer ha escrito, famosamente, que no hay acto, que
               no hay pensamiento, que no hay enfermedad que no sean voluntarios; si hay verdad en esa

               opinión, cabría conjeturar que Nathaniel Hawthorne se apartó muchos años de la sociedad

               de los hombres para que no faltara en el universo, cuyo fin es acaso la variedad, la singular

               historia de Wakefield. Si Kafka hubiera escrito esa historia, Wakefield no hubiera conseguido,

               jamás, volver a su casa; Hawthorne le permite volver, pero su vuelta no es menos lamentable

               ni menos atroz que su larga ausencia.











                             Universidad Autónoma de Chiapas
   187   188   189   190   191   192   193   194   195   196   197