Page 193 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 193
Una parábola de Hawthorne que estuvo a punto de ser magistral y que no lo es, pues
la ha dañado la preocupación de la ética, es la que se titula Earth’s Holocaust: el Holocausto
de la Tierra. En esa ficción alegórica, Hawthorne prevé un momento en que los hombres,
hartos de acumulaciones inútiles, resuelven destruir el pasado. En el atardecer se congregan,
para ese fin, en uno de los vastos territorios del oeste de América. A esa llanura occidental
llegan hombres de todos los confines del mundo. En el centro hacen una altísima hoguera que
alimentan con todas las genealogías, con todos los diplomas, con todas las medallas, con todas
las órdenes, con todas las ejecutorias, con todos los escudos, con todas las coronas, con todos
los cetros, con todas las tiaras, con todas las púrpuras, con todos los doseles, con todos los
tronos, con todos los alcoholes, con todas las bolsas de café, con todos los cajones de té, con
todos los cigarros, con todas las cartas de amor, con toda la artillería, con todas las espadas,
con todas las banderas, con todos los tambores marciales, con todos los instrumentos de tor-
tura, con todas las guillotinas, con todas las horcas, con todos los metales preciosos, con todo
el dinero, con todos los títulos de propiedad, con todas las constituciones y códigos, con todos
los libros, con todas las mitras, con todas las dalmáticas, con todas las sagradas escrituras que
hoy pueblan y fatigan la Tierra. Hawthorne ve con asombro la combustión y con algún escán-
dalo; un hombre de aire pensativo le dice que no debe alegrarse ni entristecerse, pues la vasta
pirámide de fuego no ha consumido sino lo que era consumible en las cosas. Otro especta-
dor —el demonio— observa que los empresarios del holocausto se han olvidado de arrojar
lo esencial, el corazón humano, donde está la raíz de todo pecado, y que sólo han destruido
unas cuantas formas. Hawthorne concluye así: “El corazón, el corazón, esa es la breve esfera
ilimitada en la que radica la culpa de lo que apenas son unos símbolos el crimen y la miseria del
mundo. Purifiquemos esa esfera interior, y las muchas formas del mal que entenebrecen este
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