Page 213 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 213
está acechándonos en las casuales páginas del mediocre o en un diálogo callejero. Así, mi des-
conocimiento de las letras malayas o húngaras es total, pero estoy seguro de que si el tiempo
me deparara la ocasión de su estudio, encontraría en ellas todos los alimentos que requiere
el espíritu. Además de las barreras lingüísticas intervienen las políticas o geográficas. Burns es
un clásico en Escocia; al sur del Tweed interesa menos que Dunbar o Stevenson. La gloria de
un poeta depende, en suma, de la excitación o de la apatía de las generaciones de hombres
anónimos que la ponen a aprueba, en la soledad de sus bibliotecas.
Las emociones que la literatura suscita son quizá eternas, pero los medios deben cons-
tantemente variar, siquiera de un modo levísimo, para no perder su virtud. Se gastan a medida
que los reconoce el lector. De ahí el peligro de afirmar que existen obras clásicas y que lo
serán para siempre.
Cada cual descree de su arte y de sus artificios. Yo, que me he resignado a poner en duda
la indefinida perduración de Voltaire o de Shakespeare, creo (esta tarde uno de los últimos días
de 1965) en la de Schopenhauer y en la de Berkeley.
Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es
un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo
fervor y con una misteriosa lealtad.
Otras inquisiciones (1952)
Universidad Autónoma de Chiapas