Page 292 - BORGES INTERACTIVO
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He dicho que la ceguera es un modo de vida, un modo de vida que no es enteramente
desdichado. Recordemos aquellos versos del mayor poeta español, fray Luis de León:
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanza, de recelo.
Edgar Allan Poe sabía de memoria esta estrofa. Para mí, vivir sin odio es fácil, ya que nunca he
sentido odio. Pero vivir sin amor creo que es imposible, felizmente imposible para cada uno
de nosotros. Sin embargo, el principio “vivir quiero conmigo / gozar quiero del bien que debo
al cielo”: si aceptamos que en el bien del cielo puede estar la sombra, entonces, ¿quién vive
más consigo mismo? ¿Quién puede explorarse más? ¿Quién puede conocerse más a sí mismo?
Según la sentencia socrática, ¿quién puede conocerse más que un ciego?
El escritor vive, la tarea de ser poeta no se cumple en determinado horario. Nadie es
poeta de ocho a doce y de dos a seis. Quien es poeta lo es siempre, y se ve asaltado por la
poesía continuamente. De igual modo que un pintor, supongo, siente que los colores y las
formas están asediándolo. O que un músico siente que el extraño mundo de los sonidos —el
mundo más extraño del arte— está siempre buscándolo, que hay melodías y disonancias que
lo buscan. Para la tarea del artista, la ceguera no es del todo una desdicha: puede ser un instru-
mento. Fray Luis de León dedicó una de sus odas más bellas a Francisco Salinas, músico ciego.
Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas
las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista.
Universidad Autónoma de Chiapas