Page 443 - BORGES INTERACTIVO
        P. 443
     JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      443
           Clemente: Bueno, hay una formación especial en Salta. En Salta se habla un español muy
           puro, que no ha sufrido demasiados cambios producto de inmigraciones o de los avatares de
           la vida moderna. Es un español muy separado del contacto con otras lenguas por las monta-
           ñas. Si usted toma por ejemplo los libros de Juan Carlos Dávalos, se encuentra con un español
           hermoso, el español, por así decirlo, de España. Los salteños usan en muchos casos palabras
           de antes, palabras viejas. Y hay un cuidado especial de las palabras que se dicen. Una vez me
           encontré con uno de los arrieros que hay en Salta, y lo vi tan afligido al tipo que le pregunté:
           “¿Necesita algo?”. Y el tipo me miró y me contestó: “No señor, no necesito nada. Con todo lo
           que me falta tengo bastante”. Esas vueltas del idioma. Y a Borges le gustaba y me hacía conver-
           sar. Yo ya estoy perdiendo un poco la tonada, pero a Borges le gustaba. Me decía: “Cuénteme,
           dígame de Juan Carlos Dávalos” y “cuénteme tal cosa”. Y después de escucharme un rato me
           decía: “¡Qué lindo tono tiene! No lo pierda nunca”. Como si hubiera estado escuchando más
           el tono que otra cosa.
           Sbarra Mitre: Borges tenía una gran capacidad para la síntesis y la economía del lenguaje. Aho-
           ra, ¿cómo era la actitud de Borges respecto al español? ¿Cómo podría confrontarse el español
           de Borges, por ejemplo, con el de los escritores del Siglo de Oro?
           Clemente: No pueden confrontarse demasiado. La influencia inglesa es lo que define muchas
           de las formas de Borges. El idioma inglés  es un idioma muy concreto y de una sintaxis muy
           sencilla. Y él no podía nunca buscar, por su forma de ser, la galanura del Siglo de Oro español.
           Su español es culto, muy fino, muy visible, porque se ven las palabras en Borges. Ahora, Bor-
           ges no quería al lunfardo por un problema, vamos a decir, por un prejuicio clasista.
                                                                Universidad Autónoma de Chiapas





