Page 451 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 451
do. Mallea dirige el suplemento de cultura de La Nación. Era la gran época del suplemento. Y
era lógico que así fuera porque la cultura era parte del mundo. Él vivía leyendo. Era un hombre
muy sensible, de una gran humanidad. Era como muchos otros creadores, generoso, amable,
y un poco sorprendido cuando uno le decía “yo he leído su libro, yo lo conozco”. Me acuerdo
cuando lo visité a Ortega en Portugal en el año 53, en un viaje de luna de miel que hice en toda
Europa. Y lo fuimos a ver a Julián Marías a España y le pregunto: “¿Dónde está Ortega?”. Yo
era un orteguiano ya conocido, había escrito la primera estética de Ortega. Tenía 34 años en
ese momento. Y Marías me dice: “¿Por qué no va usted a verlo a Ortega que está en el hotel
de tal de Portugal?”. Cuando pasamos por Portugal lo fui a saludar, y le dije, por obsecuencia
intelectual: “Vengo a saludar al filósofo”. Y él serio me responde: “Vaya, vaya, que filósofos hay
muchos pero en otro lado”. Eso decía Ortega. Y parecería cierto, ya que en la Argentina hay
unos mil quinientos filósofos.
Sbarra Mitre: Claro, porque los lectores ya sabían de la importancia filosófica de Ortega, pero
no era necesario que él lo dijera.
Arias: ¿Era común que Borges citará sus propios libros en la conversación?
Clemente: Nunca. Como yo le hice la primera edición de las Obras Completas, tomo por
tomo, en el proceso del armado sí Borges me decía: “Mire, yo quiero que agregue tal cosa,
que saque tal otra, por favor esto no lo pongamos”. Pero al hablar nunca citaba sus libros.
Arias: ¿Qué tipo de correcciones hacía Borges a sus textos?
Universidad Autónoma de Chiapas