Page 501 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      501






           visible) a la enumeración de una enciclopedia china... Lo que se ha quitado es, en una palabra,
           la célebre “mesa de disección”; y dando a Roussel una mínima parte de lo que siempre le es

           debido, empleo esta palabra “Mesa” en dos sentidos superpuestos: mesa niquelada, ahulada,

           envuelta en blancura, resplandeciente bajo el sol de vidrio que devora las sombras —allí, por

           un instante, quizá para siempre, el paraguas se encuentra con la máquina de coser—; y cuadro

           que permite al pensamiento llevar a cabo un ordenamiento de los seres, una repartición en

           clases, un agrupamiento nominal por el cual se designan sus semejanzas y sus diferencias —allí

           donde, desde el fondo de los tiempos, el lenguaje se entrecruza con el espacio.

                Este texto de Borges me ha hecho reír durante mucho tiempo, no sin un malestar cierto

           y difícil de vencer. Quizá porque entre sus surcos nació la sospecha de que hay un desorden
           peor que el de lo incongruente y el acercamiento de lo que no se conviene; sería el desorden

           que hace centellear los fragmentos de un gran número de posibles órdenes en la dimensión,

           sin ley ni geometría, de lo heteróclito; y es necesario entender este término lo más cerca de su

           etimología: las cosas están ahí “acostadas”, “puestas”, “dispuestas” en sitios a tal punto diferen-

           tes que es imposible encontrarles un lugar de acogimiento, definir más allá de unas y de otras

           un lugar común. Las utopías consuelan: pues si no tienen un lugar real, se desarrollan en un

           espacio maravilloso y liso; despliegan ciudades de amplias avenidas, jardines bien dispuestos,
           comarcas fáciles, aun si su acceso es quimérico. Las heterotopías inquietan, sin duda porque

           minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los

           nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la “sintaxis” y no solo la

           que construye las frases —aquella menos evidente que hace “mantenerse juntas” (unas al otro

           lado o frente de otras) a las palabras y a las cosas. Por ello, las utopías permiten las fábulas y

           los discursos: se encuentran en el filo recto del lenguaje, en la dimensión fundamental de la











                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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