Page 502 - BORGES INTERACTIVO
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               fábula; las heterotopías (como las que con tanta frecuencia se encuentran en Borges) secan
               el propósito, detienen las palabras en sí mismas, desafían, desde su raíz, toda posibilidad de

               gramática; desatan los mitos y envuelven en esterilidad el lirismo de las frases.

                    Parece ser que algunos afásicos no logran clasificar de manera coherente las madejas de

               lana multicolores que se les presentan sobre la superficie de una mesa; como si este rectán-

               gulo uniforme no pudiera servir de espacio homogéneo y neutro en el cual las cosas mani-

               festarían a la vez el orden continuo de sus identidades o sus diferencias y el campo semántico

               de su denominación. Forman, en este espacio uniforme en el que por lo común las cosas se

               distribuyen y se nombran, una multiplicidad de pequeños dominios grumosos y fragmentarios

               en la que innumerables semejanzas aglutinan las cosas en islotes discontinuos; en un extremo,
               ponen las madejas más claras, en otro las rojas, por otra parte las que tienen una consistencia

               más lanosa, en otra las más largas o aquellas que tiran al violeta o las que están en bola. Sin

               embargo, apenas esbozados, todos estos agolpamientos se deshacen, porque la ribera de

               identidad que los sostiene, por estrecha que sea, es aún demasiado extensa para no ser inesta-

               ble; y al infinito el enfermo junta y separa sin cesar, amontona las diversas semejanzas, arruina

               las más evidentes, dispersa las identidades, superpone criterios diferentes, se agita, empieza

               de nuevo, se inquieta y llega, por último, al borde de la angustia.
                    La incomodidad que hace reír al leer a Borges se transparenta sin duda en el profundo

               malestar de aquellos cuyo lenguaje está arruinado: han perdido lo “común” del lugar y del

               nombre. Atopía, afasia. Sin embargo, el texto de Borges lleva otra dirección; a esta distorsión

               de la clasificación que nos impide pensarla, a esta tabla sin espacio coherente, Borges les da

               como patria mítica una región precisa cuyo solo nombre constituye para el Occidente una

               gran reserva de utopías. ¿Acaso en nuestro sueño no es la China justo el lugar privilegiado del











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