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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
116 MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES
que a un árbitro puede criticársele o no su actuación durante el partido, jamás se pensaría que “ser
un caballero” sea una forma factible de ayudarlo a mejorar su oficio. Lo que ocurre aquí es que,
en la conversación, Neguel ha dejado de ser una profesionista y se ha convertido en una mujer
vulnerable que necesita la ayuda de un “caballero”.
Este mismo mecanismo se activa mediante el uso de los epítetos que se les asigna a las juga-
doras. Tómese este ejemplo del partido entre Nueva Zelanda y Países Bajos, del 6 de junio, en
el que se hace referencia a una jugadora como Barbie:
—Una hermosa estampa futbolística: cómo alza el vuelo esta Barbie neozelandesa y levanta suspiros de
los caballeros en la tribuna...
Es de notar que la “hermosa estampa futbolística” ocurre no a partir de una jugada vistosa,
sino de una jugadora a la que se la atribuye belleza física. Su capacidad para llamar la atención de la
tribuna, según el comentarista, no recae en sus habilidades como deportista, sino en la posibilidad
de ser atractiva para el sexo opuesto. Sus acciones en la cancha, por lo tanto, cumplen la función
de ser gustada, de “levantar suspiros”, es decir, de ser vista.
Otra manera en que esto ocurre es mediante la utilización de lugares comunes, transforma-
dos mediante claves de género. La siguiente frase fue emitida en el partido del 26 de junio entre
Francia y Alemania:
— [...] le robaron la cartera... bueno, el monedero.
No parece haber motivo para transformar esta frase hecha y gastada mediante el intercam-
bio del vocablo “cartera” por “monedero”. Los refranes suelen permanecer intactos sin importar
el género, la edad o la etnia de las personas a las que hacen referencia. La única razón por la
que esto ocurre durante un partido de fútbol es porque el comentarista no parece poder dejar la
oportunidad de recordarle al público que la jugadora es una mujer: se reitera aquí que, en este
ámbito masculino, las mujeres son una anomalía que debe ser enunciada. Pareciera que el partido
no puede llevarse a cabo, o al menos, la narración de este, sin repetir constantemente que las
participantes son mujeres. Esta reiteración de género jamás ocurre durante las transmisiones de
fútbol masculino.
La segunda manera en la que el sexismo ocurre en la lengua, según la clasificación de Martín
Rojo (1995), responde a la enunciación mediante asociaciones estereotipadas. Durante el Mundial
Canadá 2015 fue un lugar común el que el juego de las mujeres sea “más noble”, “más honesto”,
“más puro” que el de los varones. Estamos aquí ante una forma de discriminación configurada,
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