Page 117 - Fútbol y globalización
P. 117

DISCURSOS MEDIÁTICOS DE LA DESIGUALDAD EN EL
                                                                MUNDIAL FEMENIL DE FÚTBOL CANADÁ 2015            117






           aparentemente, de manera positiva: que las mujeres, por naturaleza, encarnan los ideales de la
           delicadeza, de la debilidad, de la honradez; si bien todos estos son conceptos que difícilmente
           podrían describirse en términos de jugadas futbolísticas (al menos no sin caer en la metáfora y en
           la función poética del lenguaje), pero que se presentan como hechos tangibles. Un claro ejemplo

           es el siguiente, del partido entre Nueva Zelanda y Países Bajos, del 6 de junio:
                —A mí me gusta mucho [...] el fútbol femenil, porque es la más pura expresión del deporte. De pronto
                el fútbol varonil, ya con estrategia, con todo... la presión mediática, recurren a muchas cuestiones que se
                alejen de lo que es la esencia, el espíritu del juego; y el femenil sí lo conserva.

                La naturalización de estos factores ocurre de tal forma que incluso se le niegan a las jugado-
           ras valores como la racionalidad. Esto se evidencia en el hecho de que la “estrategia”, que tiene
           que ver con la faceta más intelectual del fútbol profesional, sea un atributo del fútbol varonil. Este
           estereotipo está tan arraigado en nuestra concepción del deporte, que una comentarista puede
           llegar a contradecirse al intentar afirmar dos lugares comunes: a la vez que las mujeres son seres
           conducidos por la pasión antes que por la razón y que su juego es más noble. Esto es claro en el

           siguiente ejemplo, emitido el 26 de junio, durante el partido entre Alemania y Francia:
                —Te digo, creo que... es, es de naturaleza, ¿no? Hay, hay excepciones tremendas, cuando, sí, las chavas,
                las mujeres, si nos ardimos y empiezan... ¿no?, los cachetadones; pero, pero en general no, no es la natu-
                raleza en los deportes de mujeres.

                La insistencia en la palabra “naturaleza” revela mucho de la manera en que se configura la
           discriminación.
                La tercera forma en que Martín Rojo (1995) considera que el sexismo trasluce en la lengua
           es mediante la utilización de vocablos androcéntricos. En el corpus recuperado, por ejemplo, los
           y las comentaristas tuvieron conflictos al adoptar vocablos femeninos como árbitra, prefiriendo

           incluso el préstamo referee. La siguiente transcripción es del 6 de junio, del partido entre Canadá
           y China que inauguró el mundial:

                —Sin problemas, ¿no?, hasta el momento para la árbitro, o la referee, Catrina...
                —Está permitido decir árbitra, ¿eh? Está permitido, pero luego “la árbitra” pues ya...
                —Es aceptado, ¿no?, de las dos formas: la árbitro o la árbitra.
                —Pero esta que propusiste de “la referee”, me gustó.

                Pese a que las y los comentaristas llegan a la conclusión de que es correcto utilizar la palabra
           árbitra, el hecho de que les suene “extraño” hace que la abandonen. Lo mismo ocurre aún hoy
           en día en el lenguaje cotidiano en enunciaciones como “la licenciado” o “la ingeniero”. A partir






                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
   112   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122