Page 161 - Fútbol y globalización
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COHESIÓN, LEALTAD Y VIOLENCIA: LECCIONES
DE UNA BARRA FUTBOLÍSTICA DE VERACRUZ 161
ción voluntaria, la emoción se ha generalizado, al punto de electrificar durante varios kilómetros
la energía colectiva expresada en cánticos, brincos, hablar a gritos, en conducirse mediante un
comportamiento efusivo; de modo que es notorio que se está contento con la aventura que se
repite semanal o quincenalmente durante la campaña regular de la liga mexicana de fútbol.
Es palmario que vamos muchos “turistas”, que es el modo como los auténticos barristas de
esta organización nombran a los que no pertenecemos a la barra ni somos reconocidos como sus
miembros. También vienen algunas jóvenes, fanáticas constantes de este colectivo, en número no
mayor a seis, dos niños (uno con su padre, otro con un familiar distinto) y adolescentes (tres o
cuatro). Los de mayor edad debemos rondar los cincuenta años, pero no sumamos más de seis o
siete personas de un aproximado de cinco decenas. Imperan, y su estado de ánimo lo patenta estri-
dentemente, quienes atraviesan los veinte y los treinta años; son ellos quienes más invierten energía
en esta fiesta configurada como hermandad de apoyo efusivo al club que hoy juega a las 9:30 pm.
En esta oportunidad tampoco vienen los músicos de la murga, “Pambazos de bistec”, la cual
es una agrupación joven, surgida hace alrededor de tres años. Así es que en esta ocasión no se
entonan esas canciones de apoyo, algunas de las cuales han sido retomadas de otras barras, otras
se han adaptado de canciones populares sudamericanas que se internacionalizaron e integraron a
barras mexicanas (Delgado y González, 2012); pero en el repertorio de esta caben aires locales,
como lo ejemplifica en este caso la música de la popular canción veracruzana La bamba.
Con la murga, el apoyo de la barra agiganta su performance y complejiza la experiencia social
de apoyar al club, pues la sonoridad incrementa el volumen de la manifestación, consiguiendo
estados de ánimo cuya expresividad —la cual intenta influenciar en sentido favorable al equipo
“propio” durante el trámite de los partidos—, alcanza estados físicos de extenuación y genera un
entorno sonoro-emotivo radical por su alto volumen en los cantos acompañados de una proxe-
mia constituida de saltos, movimientos rítmicos de brazos que parecen incesantes y “avalanchas”
humanas cuando la escuadra apoyada anota un gol. Ciertamente, dicha emotividad energética
puede depender del número de barristas asistentes, del buen o mal desempeño del equipo, del
rival en turno (pues con algunos equipos y barras se tiene una rivalidad mayor), o de la situación
de este en la tabla. Esa entrega cántica y efusiva parece tornear la masa a cambio de disminuir al
individuo que la forma, ya que hay una especie de intercambio que va de sacrificar la conciencia
individual en favor a ser parte del —o de ser el— rito masivo. La música en vivo en esta fuerte
experiencia total sella hermandades, pertenencia al colectivo y lo hace como un elemento más
Universidad Autónoma de Chiapas