Page 163 - Fútbol y globalización
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COHESIÓN, LEALTAD Y VIOLENCIA: LECCIONES
                                                                DE UNA BARRA FUTBOLÍSTICA DE VERACRUZ            163





           do y en el estadio antes, durante y acabado el juego, o “llevarse pesado”, dentro de esa aparen-
           temente infinita forma castrosa de convivir. En cierto modo, la barra parece una comunidad de
           amigos que recrean lazos más allá de la reunión de la barra en cada juego; pero no se trata de una
           comunidad armónica, pues en su devenir se van dando distanciamientos y escisiones.

                Esta barra en específico es una colectividad de pertenencia ligada a una identidad que conlle-
           va una dimensión territorial, pues representa una importante ciudad y zona cafetalera veracruza-

           na; inclusive, se conforma con aficionados de diferentes localidades de un conjunto de municipios
           vecinos (Xalapa, Coatepec, Xico). Esa pertenencia a una zona particular de Veracruz se exalta
           mediante el diseño y exhibición de trapos o banderas con el nombre de las ciudades de la zona,
           así como mediante el performance representado cada vez que la barra tiene lugar.

                A pesar de la escenificada masculinidad machista en el comportamiento de los barristas (que
           en este caso compone un repertorio de gestos corporales tales como hablar en alto volumen, casi
           a gritos, tomar cerveza notoriamente, imprimir mucha energía al entonar cánticos, mantenerse

           brincando al cantar, entrar en desafíos verbales sexualizados o albures, y dado el caso, pelear o no
           dudar en entrar a una pelea), en esta ocasión también hay lugar para mujeres y niños, quienes no
           son molestados por algo en específico sino respetados y protegidos.
                Pero emborracharse, putear en broma, marcar el territorio dentro del camión (solo quienes

           han acumulado el capital necesario van y vienen por todo el pasillo y se colocan donde lo decidan,
           mostrando así mayor libertad en la conducta y un orden que debe ser respetado por otros, por
           ejemplo, los invitados o turistas; aunque a nadie se impide pararse y recorrer el pasillo, tampoco

           nadie garantiza que quien lo haga no sea objeto del castre), ser la barra en acción, es cosa marca-
           damente de hombres, y en esta ocasión, de ciertos hombres: tanto de los integrantes originales o
           fundadores de la agrupación como de los más jóvenes ya integrados a la misma, quienes al cabo
           son quienes suman más viajes apoyando al club, quienes han peleado más con otras barras, quie-
           nes han dado lo necesario para pertenecer.

                Mientras los niños son cuidados por algún familiar, algunas chavas (mujeres jóvenes) van
           acompañadas o acompañando a algún chavo (hombre joven) y su comportamiento es más de
           paseantes que de fanáticos, más como personas que mantienen un noviazgo y no solo una amis-

           tad. En este viaje viene una mujer marcadamente respetada por alguna razón no obvia durante
           el mismo. De ese agregado de mujeres, adolescentes, niños y “turistas”, no se originan bromas
           colectivas ni surgen iniciativas para la compra de bebidas y cigarros (aunque pueden comprárselas






                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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