Page 165 - Fútbol y globalización
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COHESIÓN, LEALTAD Y VIOLENCIA: LECCIONES
                                                                DE UNA BARRA FUTBOLÍSTICA DE VERACRUZ            165





              LLEGADA AL ESTADIO: CONATO, LEALTADES RECLAMADAS Y VIOLENCIA

              QUE ACUERPA A LA BARRA

                Nuestra caravana entra alrededor de las seis de la tarde a la ciudad de Boca del Río (conur-
           bada al municipio de Veracruz; y junto con los municipios de Alvarado, Jamapa y Medellín, la zona

           metropolitana de mayor población en el estado con cerca de un millón de personas) donde se
           ubica el estadio; llegamos unas tres horas y media antes del arranque del partido. El entorno luce
           brillante; la brisa del mar corre tenue y la temperatura a esa hora no es agobiante como suele
           serlo en esta tierra tropical. Las calles inmediatas al recinto están animadas con fanáticos cami-
           nando, comiendo y refrescándose con bebidas en los restaurantes aledaños; diferente música

           bailable ambienta la zona: desde la batucada con sus jovencitas bailarinas de samba junto al acceso
           de las barras locales (que son colocadas en un extremo del estadio, mientras la barra visitante es
           ubicada al otro para evitar contacto y posibles peleas), hasta música moderna y actual —como

           el reguetón y la electrónica— proveniente de los locales comerciales diseminados en torno a las
           entradas del estadio. El ambiente, dentro del cual predominan jóvenes hombres y mujeres con
           camisetas rojas, es francamente festivo. La venta de camisolas es nutrida sobresaliendo la de los
           Tiburones en sus diferentes diseños, pero sin que falten las de otros equipos del fútbol mexicano
           ni de reconocidos clubes sudamericanos y europeos.

                Cuando entramos a la ciudad, la barra aumenta su interés en afirmarse al hacerse pública-
           mente visible, de allí que incremente su presencia con cantos de apoyo al club. Para ser escucha-
           dos mejor se abren ventanas; algunos peatones resultan objeto de insultos; varias “porras” (gritos

           colectivos de apoyo) en favor del equipo local son lanzadas a las calles; la misión es ser visto desde
           entonces y hasta llegar al estadio donde será la fusión de barras favorecedoras de “los escualos”,
           como también se conoce a los Tiburones.
                Estando a pasos del recinto los ánimos se caldean. En una esquina cercana a la entrada de
           la barra local, barristas del equipo visitante identifican nuestro camión, claramente ocupado por

           fanáticos del club huésped. Dentro del vehículo, quienes vienen de pie en el sector trasero, junto
           a la puerta de salida (habilitada como mingitorio en el viaje de retorno), de pronto comienzan a
           gritar consignas que no parecen ser sino las comunes en estos casos de relajo y afirmación de la

           identidad barrista. Por el tráfico humano y vehicular, nuestro camión avanza lento. Súbitamente
           estalla una ventana y un pequeño cristal salta hasta mi cuello. Una pedrada ha abierto un boquete
           en la ventana junto a la puerta trasera de salida. Algunos barristas veteranos son agredidos, mas no






                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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