Page 166 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
      166                     MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES






               lastimados, excepto uno de ellos que recibe el golpe de la piedra. El volumen dentro del vehículo
               aumenta de tajo; la violencia es relámpago que incendia la tarde; el ambiente que era de festejo
               empeora súbitamente.
                    El grupo de barristas instalados en la parte posterior del autobús comienza a exigir al conduc-

               tor que abra la puerta [“¡Abre la puerta cabrón, nos están agrediendo, ábrela!” / “¡Ábrela hijo de
               tu puta madre!” / “¡Vamos todos contra ellos!” / “¡Hay tope, hay tope!”], pero el chofer no hace
               caso y en cambio acelera para alejarnos del conato de bronca. Por experiencia, el conductor aleja
               el camión y a sus barristas de la tormenta de piedras, pues el año anterior perdió el parabrisas

               y dos ventanas —que, contará más tarde, no fueron cubiertas por el seguro— ante la tormenta
               lítica lanzada por la barra contraria. Así es que distanciarse del amago, considera en el momento
               de la agresión, da mayor protección a los ocupantes del autobús. El alejamiento provisional salva
               a los convencidos del enfrentamiento de la lluvia rocosa y quizá de haber sido vencidos de ese

               modo por los rivales eventuales y nunca realmente reconocibles sino apenas identificados como
               fanáticos del equipo rival.
                    Unas cuadras adelante para el vehículo. Afuera hay barristas enemigos que nos han seguido.
               Con insultos provocan el enfrentamiento; los veteranos locales que bajan primero se lanzan con-

               tra ellos. Pero son pocos, pues los otros experimentados, por venir al frente del autobús no de-
               tectan con claridad el conflicto. Aunque se convoca a gritos a un ataque por parte de locales contra
               visitantes, pocos se agregan a “la topada”, pues los oponentes reculan rápidamente y los locales se
               lanzan a su persecución, se dejan llegar; pero se trata de una emboscada y uno de los nuestros,

               el más adelantado en la carrera, enfrenta la violencia física en desventaja notable, casi en soledad.
                    Conforme vamos bajando del camión caminamos siguiendo tímidamente en general el esce-
               nario en movimiento de la pelea, el cual recorre un par de cuadras dejando una estela de gritos,
               lluvia de piedras y botellazos que alarman a las personas que de pronto se ven atrapadas por la

               violencia ajena en las calles que segundos antes solo eran de esparcimiento. Un ambiente de tri-
               bus que subvierten el orden, podría decir Maffesoli (2009), opaca la tarde de juego; la violencia
               no se ha visto llegar, de repente está allí amenazante de la integridad de cada uno, o de todos.
               Son los daños colaterales del “tope”. Hay a quien le da tiempo de retirarse de esas arterias de

               conflagración; algunos comercios cierran sus puertas para protegerse y proteger de empujones,
               pedradas y botellazos a las personas que están dentro; otros, desconcertados y precavidos, solo
               aminoramos nuestro paso hasta que vemos desaparecer el escenario trashumante de pelea entre







                            Universidad Autónoma de Chiapas
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