Page 23 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL EN EL MUNDO GLOBALIZADO:
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           civilizada y una tecnología generadora con el potencial de mediar en los procesos de (re)configu-
           ración identitaria nacional.
                Cabe señalar que el 21 de mayo de 1904, diez años después de la fundación del Comité
           Olímpico Internacional, se fundó la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), concebi-

           da como una organización supranacional, cuya función ha sido reglamentar, promover y extender
           la práctica del fútbol en el planeta, además de organizar competencias entre representaciones
           nacionales, que son los eventos deportivos con mayores implicaciones geopolíticas en el mundo.
           Así, los mundiales de fútbol se convirtieron en rituales de guerra y legitimadores de relaciones

           jerárquicas entre las naciones del globo (Villena, 2003).
                Por otra parte, el fútbol se convirtió en el contenedor de una serie de estrategias eminente-
           mente pedagógicas capaces de construir, extender y exacerbar las hegemonías nacionales (Villena,
           2003), y permitió animar una serie de sentimientos fundacionales relacionados con “lo propio”.

           De esta forma, se logró consolidar una estrecha relación entre el proceso de regulación social y
           los procesos identitarios de los sectores que coexistían en un mismo territorio; ello explica por
           qué a lo largo del siglo XX el fútbol fue actualizando sus contenidos e itinerarios en la medida en
           que se producían cambios en las sociedades nacionales (Ferreiro, Brailovsky y Blanco, 2000).

                En este contexto conviene adentrarse un poco para dar detalle de cómo el fútbol se converti-
           ría en un vehículo de las identidades y en un espacio catártico de los conflictos internacionales. Para
           ello, en primer lugar, debe entenderse que la identidad, de acuerdo con Giménez (2010), surge
           de una serie de comparaciones entre los grupos sociales que les permite figurar un conjunto de

           semejanzas y diferencias que los particulariza, lo que posibilita la distinción entre un nosotros interno
           y un otro externo. En efecto, al hablar de identidades nacionales se hace referencia a un conjunto
           de límites —inventados— preservados en el tiempo sobre los cuales los sujetos que coexisten
           en una unidad política delegan su representación. Es decir, implica una definición de la experiencia

           colectiva: “los fines, los medios y el campo de acción” (Giménez, 2010, p. 8); la construcción de
           una ontología es un sentido absoluto que confiere equilibrio a la autodefinición colectiva.
                Siguiendo esa idea, se entiende que los Estados nacionales no se consolidaron exclusivamen-
           te como unidades geopolíticas dispuestas para regular las prácticas ciudadanas a través de meca-

           nismos coercitivos e institucionales, sino que también mediaron en la organización de la imagina-
           ción colectiva por medio de narrativas colectivas capaces de representar los anhelos y deseos de
           sus integrantes. En otras palabras, la delimitación de una identidad nacional involucra la mediación







                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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